El terremoto de Chile en 2010, de 8.8 grados, recuperó varios metros de la costa, revirtiendo daños de la erosión costera
En 2010, un terremoto masivo de 8.8 grados en la escala de Richter golpeó el sur central de la costa de Chile, provocando rupturas en las playas y un tsunami con efectos devastadores.
En un instante, secciones completas de la línea costera fueron transformadas por grandes franjas de arena y rocas dejadas por la resaca de las olas.
Para la nación sudamericana, fue un desastre de proporciones épicas.
Pero para Eduardo Jaramillo y Jennifer Dugan, investigadores que han pasado años estudiando los efectos de la erosión costera y la ecología de playas, también fue una rara oportunidad para ver revertido uno de los efectos inmediatos del cambio climático.
«Fue como poner el reloj en marcha atrás» dijo Dugan, científica del Instituto de Ciencia Marina de la Universidad de California, en Santa Barbara. «Toda la costa se elevó en partes. Las playas que habían tenido menos elevación en relación al nivel del mar subieron un par de metros. Se recuperó una gran cantidad de terreno perdido».
Esto quiere decir que antes del terremoto, ese terreno había sido absorbido por una combinación de influencias naturales y humanas. Después del suceso, se recuperó.
Y es que, mientras la elevación de temperatura acelera el derretimiento glaciar (ambos factores son resultado del cambio climático), los niveles del mar son cada vez mayores, resultando con costas desplazadas tierra adentro.
Para que este empuje del nivel del mar no afectara a la infraestructura de las costas alrededor del mundo, se han construido paredes marinas, de manufactura humana, para impedir el paso de la marea a la urbanización asentada en la línea costera.
Pero, según Jaramillo, de la Universidad Austral de Chile, estas paredes marinas pueden proteger a las edificaciones detrás de ellas, pero aceleran la erosión de las playas que están al frente.
Para las plantas y animales que habitan las playas, esta erosión significa una pérdida precipitosa de su hábitat. A lo largo de las costas chilenas, las especies marinas se han mudado de estas playas rodeadas por muros de agua y hormigón.
Pero en las partes donde el sismo dejó un nuevo terreno, la vida retornó rápidamente: plantas que antes no existían están brotando de nuevo, pues el terremoto creó plataformas de arena que facilitaron el surgimiento de flora marina.
«Ésta no es la respuesta ecológica inicial que esperarías de una terremoto y tsunami masivos» agregó Dugan para la revista Scientific American.
Jaramillo alega que estos hallazgos develarían el verdadero daño que las paredes marinas le hicieron a la ecología costera, para así reformar futuras políticas acerca de estas construcciones, además de poder saber los efectos del cambio climático en la ecología de las playas.
Los resultados del estudio fueron publicados la semana pasada en el diario online PLoS ONE.