Un insecto diminuto que camina sobre el agua ve un terreno difícil. En cualquier parte donde el agua toque una hoja, una rama o la orilla, la superficie se curva una fracción de centímetro.
Al mirar un estanque, ves una superficie lisa. Un insecto diminuto que camina sobre el agua ve un terreno difícil. En cualquier parte donde el agua toque una hoja, una rama o la orilla, la superficie se curva una fracción de centímetro. El resultado es un menisco, palabra que proviene del término griego «luna», pues su forma de luna creciente se parece mucho a la pendiente que forma el agua.
Cuando subes una colina, la fricción entre tus pies y el suelo te empuja hacia arriba. Pero la mayoría de insectos que camina sobre el agua patina sobre diminutas bolsas de aire, dirigiéndose a un mundo muy resbaloso. ¿Cómo le hace uno de ellos para escalar un menisco con el fin de poner sus huevecillos o escapar de un depredador?
John Bush y David Hu, investigadores del MIT, dicen que emplea las mismas fuerzas que agrupan al cereal en un plato de leche. Observando videos de alta velocidad, advirtieron que un insecto que se aproxima a un menisco cambia la forma de la superficie del agua bajo de su cuerpo.
Así como un trampolín gana energía cuando te paras sobre él, la superficie del agua tiene más energía cuando un insecto la distorsiona. Los insectos usan esta energía para lanzarse hacia arriba por el menisco y alejarse de las mandíbulas de algún pez hambriento.