El calentamiento global les da oportunidad a las compañías que buscan la manera de extraer dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y vender créditos de carbono en los mercados emergentes.
El nuevo proyecto causa debate entre grupos ambientalistas y científicos
El calentamiento global les da oportunidad a las compañías que buscan la manera de extraer dióxido de carbono (CO2) de la atmósfera y vender «créditos de carbono» en los mercados emergentes. No obstante, una empresa que pugna por participar en un mercado libre de soluciones climáticas ha anunciado un proyecto que causa agitación.
En los próximos días o semanas, Planktos, pequeña compañía de «eco-restauración», sita en California, utilizará un navío de investigación de 35 metros de eslora para vaciar cientos de toneladas de polvo de hierro en aguas internacionales, a 322 kilómetros al oeste de las Galápagos.
El hierro, nutriente que los vientos marinos suelen arrastrar, fomenta el crecimiento de plancton, el cual absorbe CO2 atmosférico, un gas de invernadero. La propuesta de Planktos consiste en promover floraciones de plancton, medir el carbono que atrapan, y vender los créditos correspondientes.
Las empresas que emiten gases de invernadero pueden comprar los créditos para compensar por sus contribuciones a las emisiones globales. Russ George, CEO de Planktos, compareció a finales del mes pasado ante un comité del congreso de Estados Unidos para describir su proyecto y afirmó que casi una docena de estudios científicos avalan su propuesta, al menos conceptualmente.
El empresario de 57 años, quien se describe como ecologista clásico y hombre de negocios, asegura que lo que hace es imitar a la naturaleza al darle una mano a los mares y árboles que capturan gases de invernadero. Sin embargo, varios grupos ambientalistas y científicos marinos han sonado la alarma, mientras que los reguladores estadounidenses plantean interrogantes sobre las responsabilidades.
Y por lo menos un opositor del plan ha decidido no aguardar a la decisión de los cuerpos oficiales de reglamentación. Paul Watson, cofundador de Greenpeace, dijo a National Geographic News que su grupo de la Sociedad de Conservación Sea Shepherd interceptará al navío de Planktos en aguas abiertas.
¿Solución o contaminación?
El fitoplancton consiste de minúsculas plantas flotantes que, al igual que los árboles, convierten CO2 atmosférico en carbono que almacenan en sus tejidos. Aunque algunos animales marinos se alimentan de plancton y posteriormente devuelven CO2 a la atmósfera durante la respiración, algunas plantas mueren y se depositan en las profundidades marinas donde retienen el carbono de manera eficaz.
«Los proyectos de restauración de plancton y bosques extraen enormes cantidades de CO2 de la atmósfera, responsable del calentamiento global», afirma una declaración del sitio web de Planktos. Pero WWF (grupo internacional de conservación), el Parque Nacional Galápagos, Greenpeace y la canadiense ETC se han manifestado en contra del proyecto.
Las organizaciones citan estudios científicos que han puesto en evidencia que las estrategias de enriquecimiento con hierro en gran escala tienen demasiadas consecuencias potenciales negativas y muy pocos beneficios hipotéticos.
Asimismo, la Fundación Charles Darwin, grupo no lucrativo dedicado a la preservación de las Galápagos, declaró en un reciente informe que el proyecto de Planktos «es un riesgo innecesario cuyas posibles repercusiones son del todo desconocidas, dado que no existe una declaración sobre el impacto ambiental».
Algunos estudios sugieren que la fertilización sostenida puede crear condiciones de escaso o nulo oxígeno en aguas enriquecidas con hierro, o bien, precipitar floraciones de variedades dañinas de plancton. Sally Chisholm, investigadora del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), quien ha publicado artículos sobre el tema, afirma que en esas condiciones puede ocurrir «un cambio en la comunidad microbiana que favorezca el desarrollo de organismos productores de gases de invernadero, como metano y óxido nitroso, cuyo potencial de calentamiento es muy superior al del CO2».
Por su parte, la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) está valorando el proyecto de Planktos. «EPA le ha informado a Planktos que su proyecto podría requerir de un permiso, según lo estipulado en la Ley de Protección, Investigación y Santuarios Marinos [también conocida como Ley de Vertimiento Marino]», dijo Dale Kemery, representante de la agencia.
«Con base en la información disponible hasta el momento, EPA no puede determinar si las acciones de Planktos podrían estar sujetas a los lineamientos de la Ley de Vertimiento Marino. La agencia seguirá investigando el asunto». En junio pasado, EPA envió un memorando a la Organización Marítima Internacional (OMI), organismo de Naciones Unidas que trabaja conjuntamente con los gobiernos y la industria naviera, para evitar la contaminación de los mares.
El documento informó a OMI que EPA no tiene la capacidad para reglamentar a Planktos, debido a que la compañía ha decidido abstenerse de navegar con la bandera estadounidense, postura que le permite esquivar sus reglamentos. Además, el memorando invita a los estados miembros de la Convención de Londres (acuerdo global sobre controles para la contaminación) a evaluar cuidadosamente el proyecto de Planktos.
Empresa científica
Los funcionarios de Planktos han defendido su proyecto en una serie de correos electrónicos y entrevistas telefónicas con National Geographic News, donde argumentan que son blancos de los ataques de un grupo ambientalista marginal y que sus intenciones han sido falseadas por las autoridades estadounidenses.
W. David Kubiak, director de comunicaciones de la compañía, explicó que un proyecto piloto de dos años y seis floraciones no puede considerarse una empresa de gran escala. El proyecto, agregó, sólo pretende corregir la menguante población de fitoplancton, puesta en evidencia por lo menos en un estudio científico.
«El problema más crítico que pretendíamos resolver inicialmente era ese colapso en la base de la cadena alimentaria marina -añadió Kubiak-. Todos los beneficios climáticos y económicos que puedan emanar de la labor de restauración serán, a no dudar, maravillosos, mas no representan los aspectos más importantes de esta empresa».
Por otra parte, la documentación oficial de Planktos afirma que este proyecto piloto será el estudio sobre ecología del fitoplancton más prolongado, amplio y completo hasta el momento. Además de estudiar las implicaciones para el ciclo de carbono, la compañía pretende evaluar factores diversos, como el efecto de las floraciones y los niveles de nitrógeno en la acidez marina, así como en las poblaciones de vida marina que se alimentan de plancton.
En todo caso, no todos los científicos concuerdan en el grado de la decadencia del plancton y señalan que los ciclos naturales de productividad impiden identificar tendencias a largo plazo basadas en la variabilidad anual. Además, otros expertos descartan la afirmación de que el proyecto represente una empresa científica significativa.
Planktos, aseguran, tiene un barco relativamente pequeño, limitada experiencia científica y un equipo apenas básico para tomar muestras y medir cambios. En cuanto al debate sobre la reglamentación, Kubiak afirma que Planktos no ha tomado decisión alguna sobre la bandera con que navegará su embarcación.
Tanto Kubiak como el CEO George han dicho que la compañía solicitó orientación a EPA, pero hasta ahora no han recibido información en ese sentido. «Deseamos colaborar de manera constructiva con esa agencia y postergamos cualquier decisión sobre la embarcación hasta que se aclare este punto», informó Kubiak.
«Grupos marginales»
Entre tanto, el CEO George dijo que el proyecto seguirá adelante y dará inicio este mes. La operación de Planktos se llevará a cabo contra el viento y corriente debajo de las islas Galápagos y no afectará en modo alguno al ecosistema, aseguró.
«Ya hay floraciones [de plancton] en los alrededores de las Galápagos -agregó-. ¿Cómo es posible que la maravillosa singularidad que convierte las Galápagos en un tesoro sea ahora un problema?». También desafió a los críticos que presagian consecuencias ambientales potencialmente negativas debidas a las floraciones de plancton enriquecidas con hierro.
«¿Acaso existe un caso documentado que confirme sus temores?». Debido a la cortedad en tiempo y magnitud, no hay estudios que demuestren directamente alguna consecuencia negativa accidental de la fertilización marina en gran escala. Sin embargo, Chisholm y otros científicos dudan de que el proyecto carezca de repercusiones ambientales.
Afirmar que el proyecto es ambientalmente benigno «no es congruente con todo lo que sabemos sobre los ecosistemas acuáticos», escribió la investigadora. Muchos estudios predicen que el hierro podría alterar inopinadamente las redes alimentarias marinas y los ciclos biogeoquímicos.
«Lo hemos visto en el enriquecimiento accidental de lagos y aguas costeras con nutrientes del escurrimiento agrícola, situación que hemos tratado de revertir desde hace décadas», agregó Chisholm en su misiva. Ken Buesseler, importante científico de la Institución Oceanográfica Woods Hole, afirma que, hasta ahora, ningún estudio se ha enfocado en la eficacia de la fertilización oceánica para mitigar el cambio climático, de modo que sus efectos son poco conocidos.
«Sólo el carbono que llega al fondo marino permanece aislado de la atmósfera el tiempo suficiente para afectar los niveles de CO2 atmosférico y, por consiguiente, el clima», declaró, y agregó que es difícil determinar cuánto carbono queda almacenado. «Por tanto, hay pocas pruebas que sirvan de fundamento para argumentar la eficacia de una operación comercial».