Los romanos tenían prácticas ecologistas con el vidrio. Con frecuencia recolectaban vasijas rotas y las agregaban al material fundido.
En un estudio reciente se descubrió que este reciclaje aumentó en Bretaña en los siglos iii y iv, cuando se fabricó esta botella de Faversham. De hecho, la mitad de las 517 muestras que se examinaron de esa época contenían vidrio reutilizado.
La clave que lo demostró: la mezcla de trazas de algunos elementos -cobalto para el azul y cobre para el rojo, por ejemplo-, que en algún momento colorearon vidrios separados. Caroline Jackson, arqueóloga de la Universidad de Sheffield y coautora del estudio, cree que el aumento en el reciclado se dio cuando el imperio comenzó a fragmentarse. Las entregas de vidrio nuevo probablemente se interrumpieron, así que los vidrieros se valían de lo que tenían a la mano.