Serían libres de carbono, relativamente baratas y, según la industria, intrínsecamente seguras. Una miniplanta nuclear subterránea podría energizar un pueblo.
Serían libres de carbono, relativamente baratas y, según la industria, intrínsecamente seguras. Una miniplanta nuclear subterránea podría energizar un pueblo. La mayoría de plantas nucleares es colosal, lo suficiente como para dar energía a una ciudad mediana. También representan inversiones colosales, alcanzando costos de muchos miles de millones de dólares.
Por eso no sorprende que haya docenas de prototipos de reactores pequeños buscando la atención de una industria recién vigorizada por las ventajas de la energía nuclear como alternativa a los combustibles fósiles por su baja emisión de carbono. «Los reactores pequeños no pueden resolver todos los problemas que obstaculizan una mayor inversión en energía nuclear, pero pueden sortear las barreras más grandes: las económicas», dice Richard Lester, jefe de ciencias nucleares e ingeniería en el Instituto Tecnológico de Masachusets.
La construcción de reactores gigantes, señala, no es la única manera de lograr economías de escala; otra forma de hacerlo es producir en masa miniplantas nucleares baratas. Si se diseñan como módulos, una sola unidad podría energizar una aldea o mina lejanas, mientras que una docena usada en tándem igualaría el rendimiento de una planta tradicional. En el mundo en desarrollo, los reactores pequeños quitarían presión a las frágiles redes eléctricas.
Y la habilidad de empezar con poco y gradualmente añadir módulos podría interesar en cualquier lugar a empresas que requieren de flujo constante de efectivo. Ninguno de los nuevos reactores pequeños ha entrado en operación. Algunos, como el que diseñó NuScale Power, son reactores de agua ligera que se parecen a los usados en buques de guerra. Otros son más novedosos.
Toshiba y el Instituto Central Japonés de Investigación de la Industria de Energía Eléctrica están trabajando en una «batería nuclear» que se enfría con sodio líquido. Entregado parcialmente ensamblado e instalado bajo tierra, el reactor generaría 10 megawatts durante 30 años hasta que necesitara reabastecimiento de combustible. El aislado pueblo de Galena, en Alaska, está negociando con Toshiba para convertirse en su primer cliente.
Además de que su construcción es más barata, algunos reactores pequeños podrían ser intrínsecamente más seguros, dice Vladimir Kuznetsov, de la Agencia Internacional de Energía Atómica. El diseño de NuScale no requiere bombas de enfriamiento, mientras que las del de Toshiba son electromagnéticas, sin partes movibles; ambos enfoques disminuyen la posibilidad de una falla catastrófica.
Mientras, investigadores chinos desarrollan un reactor pequeño en el que la propia reacción nuclear se limita a sí misma. En una impactante demostración realizada en 2004, apagaron el sistema de enfriamiento y la reacción simplemente se extinguió. No obstante, con cualquiera de los nuevos reactores seguirá habiendo desechos radioactivos con los cuales lidiar. Hoy día se construyen 56 reactores, 19 de ellos en China.
Pero con la demanda energética por los cielos (y la inminente amenaza del cambio climático) ni siquiera esos reactores aumentarán gran cosa la proporción aportada por los reactores nucleares al suministro de energía. Lester dice que los reactores pequeños podrían ayudar. «El punto es expandir con rapidez las fuentes de energía de bajas emisiones. La energía nuclear tiene gran potencial para lograrlo».
Si es que la reglamentación lo permite, claro. En Estados Unidos, los funcionarios dicen que algunos diseños podrían obtener la certificación dentro de cinco años. Los más innovadores podrían tardar más.