Otorgan Nobel de Medicina por demostrar que cualquier célula se puede reprogramar para originar otro organismo
A principios de los años cincuenta se sostenía que las únicas células que contenían la información genética suficiente para dar origen a un ser u organismo vivo eran el espermatozoide y el óvulo.
Pero fue el británico John B. Gurdon (Reino Unido, 1933), ahora profesor de la Universidad de Cambridge, el primero en desafiar el dogma de que una célula especializada está irreversiblemente destinada a cumplir su función. En 1962, planteó la hipótesis que el genoma de cualquier célula todavía guarda la información necesaria para formar cualquier otra célula del organismo en su núcleo, y realizó experimentos con ranas para corroborar que tenía razón.
Décadas más tarde, su hallazgo hizo posible el nacimiento de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado de la historia.
Ese mismo año, en 1962, cuando Gurdon hubo de publicar su trabajo en el Journal of Embryology and Experimental Morphology, nació Shinya Yamanaka en Kioto, Japón, quien cuarenta años después introdujo genes en células maduras del tejido conectivo (fibroblastos) para reprogramarlos y convertirlos en células madre «inmaduras» que podían, a su vez, ser reprogramadas en el laboratorio para dar origen a neuronas o células del estómago, entre otras.
El investigador japonés llamó a estas células resultantes como células pluripotentes inducidas (iPS, por sus siglas en inglés), marcando un hito en la biomedicina, y se espera que puedan usarse en el futuro para regenerar órganos y tejidos dañados. Su trabajo se publicó en el diario Cell.
Tanto Gurdon como Yamanaka fueron galardonados recientemente con el Premio Nobel de Fisiología y Medicina 2012 por su descubrimiento de que las células adultas pueden reprogramarse para convertirse en células pluripotentes listas para desarrollar cualquier tipo de tejido del organismo.
Sin embargo, debido al enorme potencial y los alcances a diferentes campos y actividades, todavía falta mucho por investigar en esta línea de estudio, como el hecho de que no se sabe aún los efectos a largo plazo de las iPS en el organismo. Pero es claro que este hallazgo conjunto y generacional revolucionará la medicina regenerativa y demás campos de la salud y ciencia.