Quienes afirman que las vacunas son peligrosas son más o menos los tipos de personas que insisten en que el cambio climático no existe
Hoy platicaba con un buen amigo mío, que además es el mejor médico que conozco, sobre la seguridad y eficacia de las vacunas en general. En teoría, la vacunación tendría que ser el mejor medio disponible de la medicina para combatir enfermedades. Eso obvio: las vacunas son relativamente baratas y tienen una función preventiva que evita los sufrimientos y los gastos inherentes a una enfermedad crónica, aguda o terminal. Mi amigo es infectólogo y epidemiólogo de finísima cepa y pareciera tener un dejo de desesperación cuando abordamos el tema del movimiento antivacunas. Los gestores de este movimiento promulgan o bien que las vacunas no sirven de nada o que incluso son perjudiciales (algunos han argumentado que hay una relación entre la vacuna «triple» y el autismo). El primer argumento se contrarresta al recordar que la inmunización no se da en el 100% de los casos. El segundo al ver que los casos de autismo no han disminuido en los países en que el timerosal fue retirado de las farmacias.
¿Es posible morir tras recibir una vacuna? Sí, de la misma manera que es posible morir por una picadura de avispa y ello no hace que tengamos que eliminar a las avispas del planeta (aunque hay que recordar lo que se intentó hacer con los pobres de los cerdos en Egipto tras la crisis de la influenza A H1N1). ¿Es posible tener una «molesta reacción» tras la vacuna? Sí, claro. Se nos olvida siempre un principio básico de la farmacología, y es que toda medicina tiene efectos colaterales: se supone que debe administrarse cuando estos son menores a los beneficios obtenidos. Quienes afirman que las vacunas son peligrosas son más o menos los tipos de personas que insisten en que el cambio climático no existe.
En dado caso, prefiero exponerme a los riesgos que pudiera conllevar una vacuna que a tratamientos que no tienen ninguna razón de existir, como quelaciones, cámaras hiperbáricas y demás tomadas de pelo. Mi amigo dice que calcula que en unos diez años existirá ya una vacuna para el VIH, no solo preventiva sino también curativa. El mejor de los mundos sería uno en el que la mayoría de las enfermedades pudieran prevenirse con estos métodos baratos e inofensivos en la mayoría de los casos y para casi todas las personas.