El periodista de National Geographic, Paul Salopek, quien fue acusado y encarcelado por espionaje, regresó este domingo a su hogar en Nuevo México después de haber pasado 34 días en una prisión sudanesa.
Después de 34 días en prisión, Paul Salopek regresa a su hogar.
El periodista de National Geographic Paul Salopek, quien fue acusado y encarcelado por espionaje, regresó este domingo a su hogar en Nuevo México después de haber pasado 34 días en una prisión sudanesa. Salopek, de 44 años de edad, realizaba un reportaje sobre la región de Sahel, zona al sur del Sahara que se extiende a lo ancho de África, para la revista National Geographic cuando lo arrestaron.
El editor de Salopek, Don Belt, recibió con los brazos abiertos al reportero, más tarde comentó que «quizá perdió un poco de peso, pero pudo haber sido peor -comentó- estamos muy felices por el regreso de Salopek». Salopek, quien se encuentra bajo licencia por el Chicago Tribune, llegó a Albuquerque acompañado de su esposa, el editor del Chicago Tribune y el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson.
A su llegada declaró que «es fantástico volver a casa» -y agregó- «Es maravilloso poder ver a mi esposa, quien ha pasado por tanto -de alguna forma incluso más que yo- en los últimos 35 días». De parte de National Geographic, Belt agradeció a Richardson, al Chicago Tribune, al embajador de Estados Unidos en Sudán y a Jimmy Carter.
El expresidente de Estados Unidos le escribió al presidente de Sudán, Omar Al-Bashir, abogando por Salopek, gesto que se había mantenido en secreto hasta el domingo. Salopek pretende regresar a África cuando se reintegre al trabajo; primero al Chad para observar cómo están sus dos asistentes, que fueron arrestados y liberados con él. Después, terminará su trabajo para National Geographic en el Chad, Malí, Níger, Nigeria y Senegal.
Arrestado en Darfur
El corresponsal, ganador del premio Pulitzer, así como el intérprete Suleiman Abakar Moussa y el chofer Idriss Abdulraham Anu (ambos originarios del Chad) fueron arrestados el 6 de agosto al viajar sin visa de Chad a la provincia conflictiva de Darfur del Norte, en Sudán.
Salopek declaró en conferencia de prensa que tomaron la decisión de cruzar la frontera en el último momento. En condiciones normales, los tres hubieran sido deportados. En lugar de eso, el 26 de agosto los acusaron de espionaje, transmisión de noticias falsas, informar de manera ilegal y entrar a Sudán sin visa.
Los tres hombres compartieron una celda en El Fashir, la capital de la provincia de Darfur del Norte. Desde ahí, podían ver a diario manifestantes en contra de Estados Unidos y de la ONU (quienes intervienen con los Cascos azules en la región vecina de Darfur). Pero no se encontraban solos.
Cuando los soldados estadounidenses descubrieron que un compatriota estaba detenido en El Fashir acudieron a ayudarlo. «Nos visitaban casi diario, eran nuestros ángeles guardianes», dijo Salopek. El esfuerzo para liberar al periodista y a sus colegas fue exhaustivo. Fue como una «montaña rusa», según Salopek. «Subimos y bajamos dependiendo del día».
Libertad
El gobernador Richardson voló a Sudán el jueves para negociar la liberación de los tres hombres en condiciones de respeto a los derechos humanos. Gracias a sus previas negociaciones con el embajador de Sudán en Estados Unidos y con el presidente sudanés Omar Al-Bashir, Richardson logró un acuerdo el viernes después de una junta de 45 minutos.
Para llegar a un acuerdo, el presidente sudanés, Al-Bashir, le pidió a Richardson que le entregara un mensaje a la Administración de Bush, el cual consistía en solicitar un buen trato y la liberación de prisioneros sudaneses en Guantánamo. Pero Richardson declaró el sábado en conferencia de prensa que no hubo «ningún trato» para conseguir la libertad de los acusados.
Aunque «Tuvimos que ser pacientes con la burocracia, esperar tranquilamente y ser positivos». Salopek y sus asistentes quedaron en libertad el sábado 9 de septiembre a las 5:00 p.m., hora local de Darfur, luego de una breve audiencia. «Aquí cerramos este caso y los liberamos inmediatamente. Eso es todo», sentenció el juez Hosham Mohammed Yousif antes de dejarlos ir.
«No tengo palabras para expresarles lo bien que se siente ver rostros conocidos de nuevo», confesó el reportero al reunirse con su esposa, Linda Lynch, con Richardson, con la editora del Chicago Tribune, Ann Marie Lipinski, y con el editor general de National Geographic, Chris Johns. Y agregó: «El miedo por padecer una sentencia larga en prisión fue muy real».
Vuelo de noche
Los retrasos y una tormenta de arena por poco impiden a los tres corresponsales salir de El Fashir. «Hubo una gran tormenta de arena, llamada Haboob«, comentó Salopek. «Y por seguridad, cerraron el aeropuerto a las 6:00 p. m.», agregó. Según él, el aeropuerto es básicamente una base militar. «Imagínense una base aérea en medio de la Sabana; con helicópteros de combate y soldados sudaneses armados en pick-ups».
Pero un grupo de soldados estadounidenses lo escoltaron a su avión junto con su esposa, los editores, Richardson y el abogado. «Fue como una película de James Bond», comentó Johns de National Geographic. Al final lograron salir de Jartum en un jet privado, con escalas en Francia, Irlanda y Canadá. «Fue un día ocupado -dijo Salopek-. Fue drástico pasar de una celda de prisión a un jet privado».
Conflicto
Darfur ha sido una región de conflicto durante años entre los rebeldes locales (en su mayoría, africanos) y el gobierno central árabe. En la lucha, han muerto aproximadamente 180 000 personas, la mayoría por enfermedades y hambre. Dos millones han huido de la región. Los ataques del grupo militar árabe Janjaweed, el cual tienen el apoyo del gobierno, son de especial preocupación, puesto que atacan tanto a rebeldes como a civiles.
Además, actualmente la tensión parece aumentar con la decisión del gobierno sudanés que rechaza la entrada de la ONU para mantener la paz en la región. En este momento, unas 7 000 tropas de la Unión Africana intentan mantener la paz, pero a finales de este mes se retirarán.
A pesar de las dificultades, Salopek no dudó en afirmar que volvería a Sudán para reportear. «Definitivamente. Si me dieran una visa, regresaría». Y en National Geographic News declaró: «Obviamente, me arrepiento de haber cruzado la frontera, especialmente sin visa. Cada periodista que reportea en esa parte de África sabe que trabajar en Sudán es difícil», expresó.
Además, el Chad y Sudán tienen una relación tradicionalmente inestable, lo que vuelve particularmente problemático cruzar la frontera. «Creo que tuvimos mala suerte y fue en un mal momento -agregó-. Me han arrestado antes, varias veces, y me han encerrado por horas o días pero esta vez fue la más larga y grave, aunque ese es el precio que hay que pagar por dar a conocer estas historias. Espero que mi caso no desmotive a otros periodistas para continuar y cubrir la importante historia de Darfur, la cual temo que va a empeorar».