Nidos de flores como celdas de incubación únicos
Algunos científicos han descubierto que las abejas hembras del tipo Osmia avosetta acomodan pétalos de flores para formar nidos únicos que envuelven sus larvas en nutrientes y calor para el invierno.
Los biólogos nunca habían visto las creaciones de esta especie hasta el año pasado, cuando dos grupos de investigación que trabajaban simultáneamente encontraron y excavaron nidos en sitios de laderas en Turquía e Irán. Juntos informaron que la hembra de esta abeja solitaria ?que evita la vida de colmena? cava un túnel sombreado en tierra floja con espacio para una o dos cámaras, o celdas de incubación de hasta cinco centímetros de profundidad cada una. Luego tapiza las paredes de la celda con pétalos superpuestos que lleva volando uno por uno desde campos cercanos, pegando dos capas con una capa fina de barro.
Por último, llena cada cámara con comida para larvas ?compuesto acuoso de néctar y polen? deposita un huevo encima, dobla sobre él los pétalos internos, sella la puerta con tierra húmeda y termina con otro pliegue de pétalos. El proceso puede llevar hasta dos días, dicen los científicos.
La celda endurece pronto formando una pepita fuerte que es húmeda por dentro y resistente al agua y a depredadores por fuera, un refugio invernal ideal contra sequías o inundaciones. La belleza de un nido de pétalos pasa sin duda inadvertida para la larva de abeja que se desarrolla en la oscuridad y, sin ojos en esta etapa, de cualquier modo no puede verla. Y aunque los científicos aprecian el arte, comenta el codescubridor Jerome G. Rozen Jr., de American Museum of Natural History, «estamos más interesados en su belleza como mecanismo evolutivo para proteger a las crías».