Están recluidos para recibir protección, y viven de donaciones.
Residentes del Centro Kabanga van a la iglesia. Los ataques de 2008 contra personas con albinismo vinieron mientras médicos brujos propagaban el mito de que el éxito político y personal podrían provenir de consumir pociones hechas con piel, pelo o huesos de albinos.
Agnes Namhela baña a su hijo pequeño Meshack. Después de la violencia, muchas madres acompañaron a sus hijos con albinismo a vivir en el Centro Kabanga. El gobierno envía ayuda, pero la institución depende en gran medida de las donaciones de organizaciones sin fines de lucro.
Niños juegan en su dormitorio después de ir a la escuela, en el Centro Kabanga. A nivel mundial, el albinismo afecta a una de cada 20,000 personas. Pero en Tanzania, una de cada 1,400 personas tiene la enfermedad, que dificulta la capacidad del organismo para producir pigmento.
Joshua Stanslaus, de 19 años, se relaja después de clases en el Centro Kabanga, donde llegó cuando tenía 12 años debido a que su visión estaba fallando y quería aprender el sistema Braille. Preocupado por su seguridad, no ha estado en casa para ver a su familia en cinco años.
Una mujer corta el pelo de una mujer residente, mientras los niños se preparan para la cena en el Centro Kabanga. Además de la discriminación y la violencia, las personas con albinismo enfrentan riesgos de salud graves, como el cáncer de piel y la ceguera.