Experimento logra la meta más codiciada del campo al lograr generar hidrógeno metálico
Mikhail Eremets e Ivan Troyan trabajan sólo con la mejor cualidad de gemas y diamantes.
Ningún otro objeto puede resistir la presión involucrada: los dos físicos han tratado de ejercer en puntas de diamantes la presión suficiente para alcanzar niveles que normalmente se encuentran en el centro de la Tierra.
Tanto Eremets como Troyan, ambos del Instituto Max Planck de Quimica, Alemania, no están solos en este meta: su aparato llamado celda de yunque de diamante, es un componente estándar en laboratorios de investigación de alta presión.
Pero los científicos han provocado agitación en la comunidad de su campo, al asegurar haber aplastado hidrógeno a nivel celular al punto de quitarle su propiedad de gas biatómico, convirtiéndolo en un brilloso, presumiblemente monoatómico sólido que conduce la electricidad, como un metal: hidrógeno metálico.
Los argumentos de este presunto descubrimiento, uno de los resultados más codiciados en el campo de alta presión, ha causado controversia desde que Eremets y Troyan publicaron sus resultados el pasado noviembre.
«Podríamos sólo leer su artículo y decir que están equivocados» declaró a Nature el físico de materia condensada William Nellis, asociado del departamento de física de la Universidad de Harvard, y uno de los detractores más fuertes del estudio.
Otros, como Raymond Jeanloz, científico planetario y de materiales de alta presión de la Universidad de California, Berkeley, mantienen una mente abierta.
Aunque Eremets y Troyan serán probados eventualmente sobre la veracidad del hidrógeno metálico, «acerca de su trabajo, es que ellos hicieron infinidad de experimentos diferentes en esas condiciones extremas. (Por eso) ellos encendieron un fuego bajo un par de grupos de investigación» dijo Jeanloz.
El 26 de junio las principales figuras de esta controversia se reunirán en Biddeford, Estados Unidos, durante la conferencia Gordon Research sobre la ciencia de alta presión.
El resultado se prevé será un encuentro de opiniones, o el desenlace de una airada batalla.
Los científicos de alta presión han estado tratando, y fallando, en crear hidrógeno metálico desde que los teóricos predijeron su existencia en 1935. Cualquiera que clama el éxito en esa empresa puede esperar todo un bombardeo de críticas de grupos rivales.
Más si se considera lo que está en juego:
No sólo el hidrógeno metálico en el laboratorio permite a investigadores hacer ciencia planetaria desde la mesa (se piensa que planetas gigantes de gas como Júpiter tienen grandes cantidades del compuesto en sus interiores), también indica el camino que llevaría a un mundo enteramente nuevo de fenómenos de alta presión.
«El hidrógeno es el átomo mas simple, la molécula mas simple y tal vez el sólido elemental más complicado» dijo a Nature Arthur Ruoff, físico de alta presión de la Universidad Cornell en Ithaca, Nueva York.
En 1968, el físico de Cornell, Neil Ashcroft, teorizó que el hidrógeno metálico podría ser un superconductor. En 2004, los cálculos de Ashcroft sugirieron que, bajo ciertas combinaciones de presión y temperatura, los átomos de hidrógeno se reorganizarían en un nuevo tipo de liquido cuántico con los atributos de dos superconductores:
Los que conducen electricidad sin resistencia, y los superlíquidos, que fluyen sin resistir.