Nuevos estudios sugieren que hasta los golpes pequeños en la cabeza pueden causar deterioro cerebral con el tiempo. Entonces, ¿qué se puede hacer?
Últimamente El futbol americano llama la atención tanto por los golpes que reciben los jugadores como por sus consecuencias fuera del campo. El surgimiento de la investigación que relaciona los choques de cabeza con los cambios conductuales y cognitivos similares a los vistos en pacientes con Alzheimer sitúa esas palizas en un contexto nuevo.
Ya sea que los oponentes embistan de frente o choquen cascos, los atletas pueden arriesgarse a tener lesiones cerebrales a largo plazo por los golpes que acumulan. La degeneración cerebral por golpes repetidos en la cabeza se ha conocido en los boxeadores desde los años veinte del siglo xx como demencia pugilística o síndrome del boxeador.
«El futbol americano es el ejemplo prototípico actual de eso -afirma H. Hunt Batjer, neurocirujano de la Universidad Northwestern, copresidente del Comité para Cabeza, Cuello y Columna de la Nationall Football League (NFL )-. Lo que ha pasado a primer plano es el riesgo de lesiones repetitivas por golpes de poca importancia».
Según una investigación reciente, los impactos pequeños pueden causar el mismo daño que los grandes, ampliando el campo de preocupación de atletas jóvenes, jugadores de hockey y soldados expuestos a ráfagas explosivas.
En la Universidad de Carolina del Norte, donde los jugadores de futbol americano reciben en promedio 950 golpes en la cabeza por temporada, el neurocientífico Kevin Guskievicz y sus colegas han pasado seis años analizando datos sobre los efectos a partir de grabaciones en video y cascos equipados con acelerómetros.
Él y Batjer hacen notar que hay planes para probar tecnologías similares en varios equipos de la NFL a partir de este año. «¿Te sientes mejor con cinco impactos mayores o con 50 menores? No lo sabemos -dice Guskiewicz-. Estamos tratando de entender cuáles son los verdaderos problemas en el rompecabezas de la conmoción cerebral».
Guskiewicz cree que la educación y el monitoreo electrónico en el campo son caminos hacia el progreso. Exponer a la luz pública el traumatismo cerebral relacionado con el futbol americano ha resultado en nuevas prácticas en la NFL, leyes estatales y sesiones en el Congreso sobre formas de proteger a los atletas jóvenes.
Batjer agrega que expertos militares que trabajan para mejorar cascos de soldados colaboran con la NFL. Los nuevos materiales para cascos y la tecnología para hacer pruebas dentro y fuera del campo se volvieron tema central de una conferencia reciente de la NFL celebrada en Nueva York.
En el aspecto médico, hay esperanza de que las técnicas avanzadas de neuroimagen, pruebas experimentales de líquido cefalorraquídeo o de sangre, incluso un marcador genético, permitirán a los doctores identificar la encefalopatía traumática crónica (la misma que el síndrome del boxeador, pero no limitada a púgiles) desde el principio.
Por el momento, la marca definitiva de la enfermedad -grupos de proteína tau anómala en el cerebro- puede verse solo cuando el cerebro se corta, tiñe y estudia bajo el microscopio. La encefalopatía por lo general aparece años más tarde de los traumatismos craneales, y «no queremos diagnosticar una enfermedad luego de la muerte», afirma Ann McKee, codirectora del Centro para el Estudio de la Encefalopatía Traumática de la Universidad de Boston.
Guskiewicz imagina bases de datos que sigan la trayectoria de todos los golpes que reciben los atletas durante sus años de juego para ayudar a explicar los cambios neurológicos en el futuro. Pero, agrega, «probablemente serán mis nietos quienes analicen esa información».
¿Qué es una conmoción cerebral?
El cerebro se lesiona al sacudir o golpear el cráneo, causando síntomas como dolor de cabeza, mareo y dificultad para concentrarse.