Una inmensa cantidad de especies marinas no identificadas fueron encontradas en las profundidades de los mares que rodean la Antártica.
Científicos han encontrado un tesoro de más de 700 nuevas especies en las oscuras profundidades de los mares que rodean la Antártica.
Erizos marinos con forma acorazonada, esponjas carnívoras y centollos tan grandes como platos, son algunas de las sorprendentes formas de vida extraídas del fondo marino a una profundad de entre 700 y 2,300 metros bajo la superficie del Antártico.
«Nos asombró la enorme biodiversidad que observamos en muchos grupos de especies», declaró la principal autora del estudio, Angelika Brandt, bióloga marina de la Universidad de Hamburgo, Alemania. «Antes pensábamos que, debido a la creciente escasez de nutrientes y alimento, habría menor biodiversidad hacia la región de los polos -explicó Brandt-. Encontramos muchas especies que jamás habíamos visto porque se sabía muy poco de ellas antes de iniciar el estudio», agregó la coautora Brigitte Ebbe, bióloga marina del Centro Alemán para la Investigación de la Biodiversidad Marina en Willhelmshaven.
La investigación forma parte del Proyecto de Biodiversidad Béntico y de Aguas Profundas de la Antártica, o ANDEEP (por sus siglas en inglés). Entre 2002 y 2005, un equipo internacional de investigadores de 14 organizaciones participó en tres expediciones ANDEEP, en el Mar de Weddell, al oriente de la península Antártica, a bordo del navío alemán Polarstern.
El proyecto ha hecho importantes contribuciones al programa Censo de la Vida Marina (CoML, por sus siglas en inglés), gracias a la colaboración global de miles de investigadores que pretenden crear un registro detallado de todas las formas de vida marina para 2010.
Asombrosa biodiversidad
«En otros mares, la cantidad de especies disminuye proporcionalmente a la profundidad – señaló otra coautora del estudio, Katrin Linse, bióloga marina del Estudio Antártico Británico -. Sin embargo, la tendencia se invierte en el Gran Océano Sur». El Gran Océano Sur, otro nombre para el océano Antártico, está compuesto por las regiones de los océanos Índico, Atlántico y Pacífico que rodean la Antártida. Las someras aguas del Antártico son el hábitat de unas 300 especies de isópodos, variado grupo de crustáceos marinos emparentado con la cochinilla. Sin embargo, su aspecto es muy distinto, e incluso una familia común de isópodos tiene la capacidad de nadar.
«Debido a las muestras tomadas en aguas profundas, la cifra de isópodos se disparó de pronto a más de mil», explicó Linse. A pesar de la abundancia de especies halladas en los océanos próximos a la Antártida, Brandt apuntó que la parte más profunda del fondo marino, situada un poco al norte, reveló una cantidad aún mayor de especies de isópodos entre los grados 60 y 70 de latitud sur. La mayoría de las especies era muy pequeña (medía menos de cinco milímetros) y casi todas tenían un espectral color blanco. «El lugar es tan profundo y oscuro que no necesitan color», agregó Linse.
ADN de las profundidades
Las expediciones ANDEEP también realizaron los primeros estudios de ADN de las especies de las aguas profundas del Gran Océano Sur. «La gran ventaja del Antártico es que la columna de agua se mantiene fría hasta la superficie – señaló Brandt -, de modo que pudimos llevar materiales a cubierta y extraer el ADN antes de que el calor comenzara a dañarlo».
El estudio reveló que ejemplares similares de foraminíferos, criaturas unicelulares que parecen amebas y habitan en los polos Norte y Sur, pertenecen genéticamente a la misma especie, descubrimiento que asombró a los científicos. Según Brandt, lo más sorprendente fue el hallazgo de una cadena genética mucho más fuerte que vincula a los foramníferos del Antártico con los del Ártico, pero no a la inversa.
La razón es que las aguas profundas del Antártico fluyen hacia el norte y reabastecen gran parte de las aguas profundas de otros océanos del mundo. El estudio será publicado en la revista Nature.