Cada pez es del tamaño de su pecera, dice un viejo refrán. Y así es: el pez más grande, el tiburón ballena, vive en la pecera más grande, los océanos del mundo.
Aunque no es una ballena, sino que pertenece al grupo de los tiburones y las rayas, el Rhincodon typus tal vez deba su nombre a sus cerca de 15 metros de largo y 20 toneladas de peso.
Actualmente, en México se promueven actividades de «aprovechamiento sustentable», es decir, buceo, nado y observación de estos tiburones pacíficos, todas relativas a su protección, manejo y conservación de hábitat pues en el país, según la Norma Oficial Mexicana de Especies en Riesgo, se le considera como amenazado.
Esta clase de turismo de aventura, fuente de trabajo para las comunidades de pescadores de Isla Holbox, está regulada por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) desde 2003. El tiburón ballena es un animal de cuerpo ancho y ligeramente aplanado, cuyo dorso es de un azul casi negro, con motas blancas por las que también se le conoce como «dominó», mientras el vientre es generalmente blanco.
Vive en los mares tropicales y subtropicales del mundo e incluso en aguas templadas; a excepción probablemente del Mar Mediterráneo. Aunque habita en mar abierto, se acerca a las costas en busca de alimento, formando congregaciones que, de acuerdo con reportes recientes de especialistas del Proyecto Dominó de la Conanp, han reunido hasta 420 individuos, al este de Isla Contoy y al norte de Isla Mujeres, en Quintana Roo.
En esta zona, dichos peces gigantescos se alimentan del abundante plancton marino, pues, a diferencia de la gran mayoría de sus parientes depredadores, el «dominó» es un organismo filtrador que tiene la costumbre de nadar cerca de la superficie manteniendo su boca abierta, para tragar grandes cantidades de agua que filtra con sus peines branquiales -cinco largas aberturas verticales de cada lado- reteniendo sólo el plancton y algunos peces muy pequeños.