La fotógrafa Stephanie Sinclair lleva más de ocho años estudiando el fenómeno de la autoinmolación de las mujeres afganas
Un velo de gasa protege de las moscas a la paciente Zahara en una unidad de atención a pacientes quemados en Herat, Afganistán. Las mujeres afganas que se inmolan lo hacen para escapar del maltrato en casa creyendo que morirán instantáneamente. Pero muchas sobreviven con heridas terribles. La fotógrafa Stephanie Sinclair cubrió el tema de la autoinmolación de mujeres afganas en 2003. Esto la condujo a un proyecto de ocho años sobre el matrimonio infantil. Dice: «Necesitaba investigar qué podía ser tan terrible en la vida de estas mujeres que optaban por una medida tan drástica».
DETRÁS DE LAS CÁMARAS
NG: ¿Se prendió fuego esta mujer, Zahara?
SS: La ubicación de sus heridas sugiere que sí lo hizo, pero lo negó cuando la visité. La negación es común en el hospital porque las pacientes frecuentemente creen que recibirán atención de menor calidad si sus heridas son autoinflingidas. Otra de las razones por las que las mujeres niegan que lo que les pasa es el resultado de un intento fallido de suicidio es porque la autoinmolación es motivo de vergüenza para la familia.
¿Cómo están conectados el matrimonio infantil y la autoinmolación?
Más de la mitad de las mujeres que me encontré en la unidad de quemados se había casado muy joven: de 9, 10 u 11 años.
Era indiscutible que se sentían miserables. Muchas habían sufrido largos periodos de trauma mental durante sus primeros años de matrimonio. Después supieron de otras mujeres que se habían prendido fuego y lo vieron como una salida o, desde mi punto de vista, como un grito de auxilio. Como no han recibido educación, no se percatan de las consecuencias de sobrevivir a las quemaduras, de vivir con las deformaciones. Es común que se saque a las niñas de la escuela en cuanto se comprometen a casarse. Mantenerlas en la escuela funciona para evitar tanto el matrimonio infantil como la autoinmolación.