La obra en el noreste de México tiene 33 arcos y un total de 110 metros de longitud por 5 metros de alto.
Por cientos de años, matorrales, arbustos y pasto mantuvieron oculto a los ojos de los transeúntes, un acueducto construido en el noreste de México a mediados del siglo XIX.
El descubrimiento de la construcción en el municipio de Linares, Nuevo León, ocurrió cuando se realizaban trabajos de limpieza del predio, anunció el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El arquitecto Benjamín Valdez Fernández, del INAH Nuevo León, y responsable de verificar el descubrimiento, detalló que el acueducto mide 110 metros de largo por 5 metros de alto.
Después de una inspección, se confirmó el buen estado en que se encuentra la construcción. Se trata de un acueducto de piedra con 33 arcos estilo neogótico.
El investigador dijo que se cree que la obra fue construida cerca de 1860, por el fino trabajo en la piedra arenisca con la que se elaboró.
«En un principio se pensó que había sido edificada en 1740, pero al hacer una investigación concluimos que es cercana a 1860, porque en el siglo XVIII no había tanto desarrollo agropecuario, y aunque muchos pretenden situarla durante la creación de la Hacienda de Guadalupe, edificación de 1667 aledaña a la finca donde se descubrió el acueducto, consideramos que es erróneo, pues en el siglo XVII no había un gran desarrollo cañero con producción de azúcar, que fue una industria muy poderosa en el siglo XIX».
«Un hecho muy interesante en la construcción -suponemos hecha por jesuitas- son sus 33 arcos, número muy importante en la imaginería religiosa. De acuerdo al culto católico, Jesús murió a los 33 años en la cruz y 33 fueron los años que David gobernó en el antiguo reino de Israel».
Sobre el estado del acueducto, Benjamín Valdez resaltó que solamente tiene colapsadas algunas piedras en tres de los 33 arcos, por lo que ahí se hará una restauración mayor, mientras que el resto de la construcción sólo requiere mantenimiento en la unión entre piezas.
En la parte más baja, el acueducto cuenta con restos de lo que se supone fue asiento de una rueda motriz que al girar por el agua que llegaba al canal, generaba el movimiento de poleas que a su vez activaban un molino de caña.
En la estructura del canal se encontraron algunos números grabados, que de acuerdo con el arquitecto del INAH, pueden ser referencias de los constructores. También se aprecian dos círculos seccionados en cuatro partes, que podrían ser signos topográficos del nivel o distancia de la construcción.
Fundado en 1712, el municipio de Linares (Villa de San Felipe), fue uno de los primeros productores de caña de azúcar en el noreste de México durante los siglos XVIII y XIX.
Fotografía cortesía del INAH/Benjamín Valdez