El cilantro es una hierba que polariza. El aparentemente inocuo producto básico de las cocinas mexicana, asiática e india se ha convertido en un ingrediente fresco de noticias e inspirado blogs apasionados.
El cilantro es una hierba que polariza. El aparentemente inocuo producto básico de las cocinas mexicana, asiática e india se ha convertido en un ingrediente fresco de noticias e inspirado blogs apasionados.
Sus fans comparan sus notas con las de los cítricos; sus detractores dicen que sabe a jabón. En cualquier lado que estés, abunda la solidaridad. Sin embargo, no se trata sólo de una cuestión de gusto.
De acuerdo con Charles Wysocki, de Monell Chemical Sense Center, en realidad se trata del sabor, que el cerebro percibe basado en una compleja combinación de gusto, olor, calor y textura. En el caso del cilantro, Wysocki tiene la corazonada de que los genes también desempeñan un papel.
Su estudio en curso sobre gemelos muestra que los que son idénticos tienen la misma reacción hacia él con mucha mayor frecuencia que los mellizos.
El veredicto genético todavía no está listo, pero una cosa es cierta: en California, donde los registros anuales se conservan cuidadosamente, la producción de cilantro se duplicó en la década pasada.
El economista agrícola Gary Lucier dice que los estadounidenses comen, en promedio, 150 gramos al año, probablemente debido a un escenario culinario cada vez más diverso. ¿Esto te sabe a victoria o te pone frenético?