Esther Njoki descansa en una angosta camilla en la sala de mujeres del Hospital Tumutumu, lúcida por primera vez después de días de ser emboscada por la fiebre y el delirio.
El clima crea un ambiente propicio para el mosquito
Esther Njoki descansa en una angosta camilla en la sala de mujeres del Hospital Tumutumu, lúcida por primera vez después de días de ser emboscada por la fiebre y el delirio. La demacrada mujer de 80 años sobrevivió un ataque de malaria, pero su doctor dijo que casi acabó con ella.
La malaria ha sido endémica desde hace tiempo a la costa húmeda de Kenia y la región de tierras bajas pantanosas, pero rara vez alcanzaba la aldea de Njoki, en la ladera del Monte Kenia. Sin embargo, en décadas recientes, los científicos han notado un incremento en las epidemias en esta región, como también casos esporádicos como el de Njoki.
Un gran número de expertos médicos y ambientales atribuyen el incremento de la malaria al cambio climático, a causa de temperaturas más cálidas y variaciones en los patrones pluviales. «Ahora encontramos malaria en lugares donde no esperábamos encontrarla, particularmente en las regiones de tierras altas que solían ser demasiado frescas para la malaria», explicó Dorothy Memusi, subdirectora de la Sección de Malaria del Ministerio de Salud de Kenia.
Parásitos, mosquitos afectados por el clima
La malaria es una enfermedad infecciosa causada por parásitos en el sistema sanguíneo. Los síntomas incluyen fiebre, severo dolor de las articulaciones y, en casos extremos, anemia -deficiencia en los glóbulos rojos- dado a que los parásitos utilizan los glóbulos rojos para reproducirse.
Cambios en la temperatura pueden afectar el desarrollo y la supervivencia de los parásitos de malaria y de los mosquitos que los transportan, de acuerdo a un estudio de 2004 realizado en conjunto por la Universidad Estatal de Nueva York, en Búfalo, y el Instituto de Investigación Médica de Kenia.
La precipitación también influye la disponibilidad del hábitat de los mosquitos y del tamaño de las poblaciones de mosquito, descubrió la investigación. Shem Wandiga es un profesor de química en la Universidad de Nairobi que ha estudiado la relación entre el clima y la malaria.
Dice que las epidemias de malaria aparecieron en las tierras altas de Kenia por primera vez en la década de 1920 pero, durante los últimos años, la frecuencia de los brotes en la región ha sido más pronunciada. «La mejor condición climática para la malaria es una larga temporada de lluvia, cálida y húmeda, seguida de una temporada seca que no sea demasiado caliente, y seguida otra vez por una temporada de lluvias húmeda y cálida -dijo Wandiga-. Después de dos o tres meses de ese patrón, comienza la epidemia de malaria».
Los recientes brotes son particularmente preocupantes dado a que la gente no ha creado inmunidad al parásito de la malaria, de acuerdo a K. M. Bhatt, un especialista en enfermedades tropicales e infecciosas de la Universidad de Nairobi. «Las epidemias ahora son mucho más mortales, particularmente para los humanos que no tienen inmunidad y que el piquete de mosquito los toma por sorpresa -explicó-. La segunda desgracia para los habitantes de las tierras altas que tienen malaria es su inhabilidad de acceder a buenas instalaciones médicas que podrían diagnosticar la enfermedad lo más pronto posible y así poder tratarla».
¿Otras causas?
Mientras que los expertos ambientalistas y de salud pública expresan su inquietud sobre los efectos del calentamiento global en la expansión de la malaria, otros se mantienen escépticos acerca del rol del clima en las epidemias de las tierras altas de África del Este.
Bob Show es profesor en la Universidad de Oxford con base en el Instituto de Investigación Médica de Kenia- Programa de Investigación Wellcome Trust. Dijo que el incremento en los índices de malaria probablemente se debe al aumento en la resistencia de los parásitos a la medicina y al uso poco frecuente de pesticidas en las tierras donde se reproducen los mosquitos.
Parte de la estrategia del gobierno de Kenia para controlar la malaria incluye un renovado programa de pesticidas, la distribución de más de 3. 4 millones de redes para mosquitos, y el uso de terapias de medicinas combinadas llamadas ACT, señaló.
«Desde 2000 ha habido una súbita disminución de la hospitalización a causa de malaria [que] coincide con la expansión de la cobertura de redes [de mosquito] y la adopción del medicamento ACT», explicó Show. Wandiga rebatió que las tierras altas de Kenia no han sufrido una epidemia en los últimos tres años porque las condiciones climáticas no han sido propicias para la propagación del mosquito.
Pero dijo que sigue preocupado de que la región seguirá viendo efectos en su salud a causa del cambio climático. «Se espera que la frecuencia de las enfermedades crezca, por eso la necesidad de advertir y de sistemas de detección temprana -agregó-. Necesitamos mejorar los servicios de salud en las comunidades para que puedan sobrellevar estos aumentos repentinos».