Balleneros islandeses mataron a una especie de ballena en peligro de extinción y así rompieron la moratoria de veinte años que prohibía comercializar ballenas en ese país.
Balleneros islandeses mataron a una especie de ballena en peligro de extinción, y así rompieron la moratoria de veinte años que prohibía comercializar ballenas en ese país escandinavo.
Las imágenes televisivas mostraron el domingo a una ballena rorcual común (Balaenoptera physalus) de veinte metros de largo mientras era arrastrada hacia un puerto islandés. Arponearon a la ballena en el océano Atlántico Norte, unos 320 kilómetros al oeste del país.
El rorcual común es el segundo animal más grande entre las ballenas de gran tamaño. Crece hasta 24 metros de largo en el Hemisferio Norte y pesa hasta 64 toneladas métricas, según la Sociedad Cetácea Americana (American Cetacean Society) establecida en San Pedro, California.
Las ballenas minke, primas más pequeñas de las rorcuales, pesan en promedio nueve toneladas métricas. La Unión Mundial para la Naturaleza (World Conservation Union, IUCN) ha declarado a los rorcuales comunes como una especie en peligro de extinción, pero el Ministerio de Piscifactoría de Islandia dice que hay suficientes ballenas minke y rorcual común en sus aguas para mantener una caza sustentable. De acuerdo con el ministerio, existe un estimado de 25,800 rorcuales comunes y 43,600 minke en el océano Atlántico Norte central.
El 17 de octubre, el ministerio anunció que los balleneros comerciales de Islandia tomarían nueve rorcuales comunes y treinta ballenas minke para el 31 de agosto de 2007. El país había puesto un alto a la comercialización de ballenas en 1985; cuatro años después terminó con la caza para fines científicos, pero la reanudó en 2003. Actualmente, Noruega es el único país que permite la caza comercial de ballenas. Japón también caza ballenas en nombre de la investigación científica.
«Cruel e innecesario»
Los conservacionistas condenan la matanza. Joth Singh, director de protección de vida salvaje y hábitat del Fondo Internacional para la Protección de los Animales y su Hábitat (IFAW, por sus siglas en inglés) declaró que la caza fue «cruel e innecesaria».
En una declaración de prensa expresó, «el gobierno islandés ha manchado de sangre no sólo sus aguas sino también su reputación internacional». Además, el grupo de conservacionistas argumentó que el turismo ballenero le trae más beneficios económicos a Islandia que la venta de carne de ballena. Kieran Mulvaney, consultor en caza de ballenas para Greenpeace en Washington D. C., concuerda.
Añade que el grupo está decepcionado con la decisión de Islandia y preocupado por el razonamiento aplicado a la caza. «No tiene ningún sentido», agregó. «Hay un mercado muy pequeño para la carne de ballena en Islandia. Y Japón, el consumidor más grande de carne de ballena, ya cuenta con una gran reserva en congelación. El fundamento detrás de la caza quizá se deba al concepto erróneo de la administración de las piscifactorías, continúa Mulvaney. «Es parte de un movimiento global que culpa a las ballenas por la baja en las acciones pesqueras y las selecciona o maneja para proteger estas acciones», declaró.