Tanto el ritmo cardiaco como el tempo de una canción se miden en pulsos por minuto.
Si el deseo de estar en buena condición física es lo que nos motiva a ir al gimnasio, entonces ¿qué nos motiva a no detenernos durante un entrenamiento? Todos esos audífonos podrían ser la clave. En el ejercicio, la música es una fuerza motivadora; las canciones pueden hacer que se eleve nuestra adrenalina. Pero no es tan sencillo como subir el volumen de tu canción favorita.
Según el psicólogo del deporte de la Universidad de Brunel, Costas Karageorghis, el ritmo también es clave. El tempo, o ritmo de una canción, puede tener un efecto positivo en el desempeño. Cuando ambos se sincronizan, como sucede, dice, al correr y escuchar una canción con un compás de 115 a 120 pulsos por minuto (BPM por sus siglas en inglés), se prolonga la resistencia de una persona promedio.
Algunos sostienen que escuchar música mientras se hace ejercicio distrae, noción que intriga a Karageorghis. «Luego -dice- tenemos la intención de investigar si el silencio realmente es oro».