La desaparición de una enfermedad no es algo que se vea todos los días, aunque la ocasionada por el gusano de Guinea podría ser la siguiente, después de la viruela.
Gracias a los esfuerzos internacionales bajo el liderazgo de Carter Center, el año pasado solo se reportaron 1797 casos en el mundo, la mayoría en lo que hoy es Sudán del Sur. En 2012 funcionarios de salud pública pretenden llevar esta cifra a cero.
El triunfo no ha sido fácil: el gusano no responde a vacunas o medicamentos. ¿La herramienta primaria en este esfuerzo de erradicación? La educación. Voluntarios locales enseñan a aldeanos africanos a filtrar agua potencialmente contaminada a través de tela o pajillas con filtro (arriba).
Explican el ciclo de vida del parásito para que la gente con gusanos emergentes evite entrar a aguas estancadas, donde se depositan las larvas. El dolor agudo que causan los gusanos al salir del cuerpo suelen incapacitar a las víctimas durante periodos claves de trabajo en el campo. Pero armadas con conocimientos y herramientas, las comunidades afectadas están cerca de eliminar esta enfermedad antigua.
Los gusanos pueden crecer más de un metro y salir muy despacio, con frecuencia en un lapso de varias semanas. Un espécimen preservado mide más de 30 centímetros.