Después de resistir cambios de propietario y una batalla legal difícil, uno de los yates más lujosos del mundo ha encontrado un propósito nuevo.
Basora, Irak ? Luego de tres décadas de circular entre monarcas de Medio Oriente, el yate de Saddam Hussein al fin queda en manos de investigadores marinos iraquíes.
Construido en 1980 para uso personal del entonces presidente, el navío de 82 metros consta de cuatro cubiertas, una extensa colección de mobiliario dorado y de caoba, y un dormitorio secreto con escotilla de escape, todo lo cual vuelve insignificantes a los barcos más pequeños que componen el resto de la flota de investigación de Irak.
?Cuando fue comisionado, costó 25 millones de dólares?, informó el capitán Hussein Ghazi Khalifa, durante un recorrido reciente del yate, que abarcó del enorme cuarto de máquinas al helipuerto. ?Hoy costaría cuatro veces esa cantidad?.
Las lujosas áreas de comedor, dormitorio y estancias han sido adaptadas para los científicos, aunque gran parte de la decoración sigue intacta. Y así, mientras el recién bautizado Basrah Breeze explora la biología y química cambiantes del golfo Pérsico para el Centro de Ciencias Marinas de la Universidad de Basora, lleva a bordo los vidrios ahumados originales, sus abultados televisores Panasonic, y el gabinete rococó para porcelana, todo concebido en un estilo que un comentarista llamó ?Liberace Babilonia?.
Debe ser el barco de investigación más extravagante del mundo. Y fue necesaria una extraña combinación de geopolítica, economía, y casualidad para que Basrah Breeze llegara al puerto de Basora. (Lee: La vida en el barco de Greenpeace)
Un elefante blanco en Medio Oriente
Aunque lo ordenó a la medida para su uso personal, con una docena de camarotes para huéspedes, cuartos de baño con azulejos de mármol, y una suite presidencial que incluye oficina y peluquería, Saddam Hussein jamás puso un pie en el yate.
Llamado originalmente Qadissiyat Saddam (referencia a una batalla del siglo VII, donde los árabes triunfaron sobre los persas), el barco fue construido en Dinamarca justo en la época en que Irak ?entonces, aliado de Estados Unidos- estaba trabado en una guerra sangrienta contra Irán. Como no pudieron entregarlo de manera segura, el yate terminó anclado varios años en Omán, mientras continuaba el conflicto.
Khalifa informa que, a mediados de la década de 1980, Hussein lo obsequió al rey de Arabia Saudita, Fahd bin Abdulaziz al Saud, quien le impuso el nombre sugerente de al-Yamamah, que significa ?Mujer de ojos grandes?. Sin embargo, el barco tiene un apetito muy grande. Para un viaje largo, habría que alimentar sus dos motores de 3,000 caballos de fuerza, así como sus cuatro generadores; por ello fue necesario construir tanques de combustible con capacidad para 200 toneladas de diesel. Y al precio actual, hacen falta más de 100,000 dólares para llenarlos.
Incluso para un monarca petrolero como Fahid, el barco debió convertirse en un elefante blanco, así que lo pasó al rey Hussein de Jordania. Cuando este murió, en 1999, su sucesor, Abdullah II, envió el navío al sur de Francia bajo propiedad de una compañía basada en las Islas Caimán, aunque supuestamente controlada por Jordania.
Luego ocurrió la invasión estadounidense de Irak, en 2003, la cual condujo a la captura de Hussein, quien fue ejecutado tres años después. En 2007, cuando la compañía de Islas Caimán trató de vender el barco, el gobierno iraquí reclamó la propiedad. Khalifa calcula que su gobierno gastó un millón de dólares para garantizar la titularidad indisputada del yate, misma que fue otorgada por una corte francesa, en 2008, después que hallaron en el barco unos documentos que confirmaban que seguía siendo, legalmente, un navío iraquí.
La necedad de un gobernante beneficia a la investigación
Los intentos para vender el yate fracasaron, y los funcionarios iraquíes no tuvieron más remedio que llevarlo a casa. En 2010, el barco llegó a Basora con gran fanfarria y su nombre actual.
?El yate significa que la voluntad del pueblo es más fuerte que la del tirano?, declaró durante la celebración el entonces ministro de Transporte, Amer Abdul Jabbar. ?Saddam Hussein construyó el yate para usarlo con fines personales, pero aquí está, devuelto al pueblo iraquí?.
No obstante, el barco no tuvo mucha utilidad al principio. Propusieron proyectos para convertirlo en un museo sobre los excesos de Hussein ?o en un hotel para aprovechar los grandes camarotes, cada uno con una paleta de color diferente-, pero nada resultó de ellos. Khalifa explica que el barco languideció oxidándose lentamente en las aguas salobres de Shatt-al-Arab, en la costa de Basora, hasta 2014, cuando unos profesores de la universidad, con buenos contactos, convencieron al gobierno de que se los cediera. En esa época, la modesta flota de investigación iraquí había hecho algunos descubrimientos importantes, como el hallazgo reciente de un arrecife de coral que estaba creciendo frente al litoral de Irak. Era un indicio de aguas cada vez más claras y salinas en la desembocadura del golfo Pérsico, en vez de la afluencia anterior de agua dulce y cenagosa, lo cual presagiaba daños al suministro de agua y los ecosistemas del país.
A principios de 2015, el integrante más reciente de la flota de investigación iraquí zarpó en su misión inaugural, internándose en el golfo Pérsico con 75 investigadores iraníes, kuwaitíes e iraquíes para estudiar la calidad del agua y la vida marina. Desde entonces ha hecho dos viajes adicionales. Aunque las cubiertas muestran señales de deterioro y la sala de control de máquinas aún utiliza tecnología de principios de la década de 1980, el barco parece encontrarse en condiciones estupendas.
Ali Douabul, químico marino del Centro de Investigación Marina, dijo que espera usar el Basrah Breeze para estudios ulteriores del arrecife coralino e investigar la región noroeste del golfo Pérsico. Mas los bolsillos de la universidad iraquí no pueden competir con los de un monarca árabe, aun cuando los investigadores solo usan una fracción de los colosales tanques de combustible en cada misión.
?Queremos navegar en 2016, pero la crisis económica nos lo impide?, dijo Khalifa. El capitán agregó que confía en que la cooperación internacional de países más ricos en las inmediaciones del golfo Pérsico podría ayudarles a compartir la cuenta de combustible.
Sentado al timón, con la mirada fija en la extensa ciudad, lanzó un suspiro y su expresión se volvió nostálgica. ?Amo el mar?, dijo. ?La vida es mucho mejor en mar abierto. Te liberas de todos los problemas del mundo?.
Solo necesita que alguien le ayude a llenar el tanque.
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