Mientras excavan el sitio, los arqueólogos buscan pistas de lo que pudo desatar un ?frenético? auge de construcción durante la Edad de Piedra en Gran Bretaña.
Dada su inmensidad, es difícil apreciar Marden Henge desde el suelo, aun parados en el centro mismo del sitio.
Con el paso de los milenios, han colapsado poco a poco sus colosales bermas de tierra que, antaño, alcanzaban una altura de 3 metros y circundaban una superficie de poco más de 16 hectáreas. Su suelo fértil ha sufrido de un exceso de labranza y pastoreo, y en partes, se encuentra invadido de maleza y majestuosos robles. Hoy día, al recorrerlo con la mirada en un despejado día de verano, el henge no parece más que tierras agrícolas, ondulantes y apacibles.
Sin embargo, hace 4 500 años, el lugar era un ejemplo de ingeniería neolítica, el henge (terraplén circular) más grande de la antigua Gran Bretaña, con una extensión 10 veces mayor que Stonehenge, unos pocos kilómetros al sur.
Nadie sabe porqué edificaron Marden Henge o que precipitó el frenético auge de construcción que produjo este sitio y otros monumentos neolíticos como Stonehenge, Avebury, Durrington Walls y Silsbury Hill, todos situados a pocos kilómetros entre sí, junto al río Avon. Pero Jim Leary, director de la escuela de campo en arqueología de la Universidad de Reading, pretende ayudar a resolver el arcaico misterio.
El mes pasado, en colaboración con Historic England, Leary emprendió una excavación de tres años en Marden Henge pues, a pesar de su enorme tamaño, el sitio ha despertado poco interés en la comunidad de arqueólogos, que tiende a enfocarse en monumentos de mayor impacto visual.
?No se ha prestado suficiente atención a la arqueología del valle fértil que yace entre estos lugares?, acusa Leary, cuyas excavaciones de este verano y en 2010 han sido las únicas realizadas en Marden desde la década de 1960.
Relumbrón de la Edad de Piedra
No obstante, el sitio ya ha empezado a recompensar los esfuerzos de Leary, quien descubrió un enterramiento de la Edad de Bronce temprana, así como un tesoro de artefactos provenientes de un edificio de piedra, muy peculiar y bien conservado, ubicado en el corazón del henge. Dichos artefactos incluyen puntas de flecha de hermosa manufactura que, al parecer, solo tenían una función ornamental: relumbrón neolítico.
Justo por fuera del terraplén principal de Marden Henge desenterraron un esqueleto ?tal vez, un adolescente de aproximadamente 1.5 metros de estatura- que yacía en un acotamiento más pequeño llamado Wilsford Henge. El difunto (aún se desconoce el género) fue sepultado con un collar de ámbar hace unos 4 000 años: algunos siglos después de los días de esplendor de Marden Henge.
?El enterramiento resalta la importancia que seguían teniendo estos monumentos neolíticos en la Edad de Bronce?, afirma Leary. ?Es posible que conservara cierto grado de santidad como el lugar indicado para sepultar a los muertos?.
El edificio fue construido con bloques de caliza obtenidos a varios kilómetros de distancia y arrastrados hasta el sitio. Y al parecer, celebraron un gran festín, a juzgar por la cantidad prodigiosa de huesos de cerdo hallados junto a la estructura.
?Hasta ahora, hemos encontrado los restos de 13 cerdos?, informa Leary, ?y eso solo en un área pequeña. Hablamos de mucha carne. Debió ser una gran acontecimiento?.
¿Ahumadero o cabaña de sudación?
Hacia el centro del edificio, una capa de cenizas sugiere que mantuvieron ardiendo un gran fuego durante largo tiempo. Quizás se utilizó para asar los numerosos cerdos o tal vez para calentar piedras de arenisca llamadas sarsen stones, mismas que hallaron cerca de allí y cuyos minerales muestran indicios de haber sido calentados, repetidas veces, a muy alta temperatura.
?Lo que hubo allí no fue cualquier fogata?, asegura Elspeth St. John-Brooks, estudiante del doctorado de geoarqueología en la Universidad de Reading, quien hizo el análisis geoquímico de los oligoelementos e isótopos encontrados en el suelo de tierra, a fin de determinar el uso que dieron a la construcción. ?El suelo quemado se extiende varios centímetros bajo la superficie. Debió hacer muchísimo calor allí dentro?.
Una interpretación es que el edificio pudo servir como una especie de cabaña de sudación, donde iniciados o celebrantes se purificaban antes de participar en las ceremonias. Otra explicación, más prosaica, es que pudo servir de ahumadero, donde asaron los cerdos antes del festín.
Con todo, St. John-Brooks aventura una tercera posibilidad: dado el inminente arribo de la Edad de Bronce, es posible que aquel pueblo del Neolítico tardío usara la estructura para las primeras tentativas de fundir metal.
?De ser así, esto tendría implicaciones tremendas?, dice. ?Y es algo que debemos aclarar. Si eso es lo que hacían aquí, habrá marcadores muy evidentes en la tierra?.
El auge de construcción fue ?completamente insostenible?
Si algo tan importante sucedía en este rincón de Gran Bretaña durante el Neolítico tardío, seguramente había instigado la construcción impulsiva de monumentos y el derrame de riquezas.
?Fue una locura, algo completamente insostenible?, declara Leary. ?Siempre habíamos pensado que los pueblos del Neolítico eran uno con su ambiente, pero al parecer eran tan perniciosos como nosotros. Para construir estos proyectos enormes, desmontaban, talaban, cavaban y consumían el ambiente con una celeridad insostenible?.
Es posible que estuvieran motivados por el fervor religioso, prosigue Leary; o tal vez, debido a la creciente jerarquización de las comunidades ?o a los propios líderes-, surgió el impulso de ostentar la riqueza y la capacidad para movilizar una fuerza de trabajo enorme.
Nadie sabe cuántas horas-hombre fueron necesarias para construir Marden Henge, cavando con picos de hueso y cuerno, y usando canastos tejidos para acarrear la tierra. Mas la cifra podría ser descomunal y un claro indicio de la importancia del sitio.
?Pese a la atención prodigada a Stonehenge a través de los años?, dice Leary, ?quizás descubriremos que Marden Henge era el lugar donde ocurrió todo lo importante durante el Neolítico?.