Arqueólogos desentierran en Alemania esqueletos de niños, y de un adulto que fue sepultado de pie.
Hace poco descubrieron uno de los cementerios más antiguos de Europa, donde hay tumbas de hace más de 8,500 años. Sin embargo, dos de los hallazgos más intrigantes son el esqueleto de un bebé de seis meses, y el misterioso enterramiento vertical de un hombre de poco más de 20 años.
Llamado Gross Fredenwalde, debido a una aldea cercana, el cementerio alemán data del periodo Mesolítico, cuando Europa estaba poblada por cazadores-recolectores. Durante una conferencia de prensa en Berlín, la mañana del 11 de febrero, los arqueólogos anunciaron que, hasta el momento, han descubierto nueve esqueletos en el sitio de enterramiento en lo alto de una colina, de los cuales, cinco corresponden a niños menores de 6 años. Además, encontraron abundantes pruebas de más tumbas intactas.
?Es raro hallar varias tumbas mesolíticas en un mismo lugar ?comenta la antropóloga forense Bettina Jungklaus, quien excavó una de las osamentas-. Eran grupos móviles, en constante movimiento por el paisaje?.
Las excavaciones emprendidas en 2013 y 2014 desvelaron evidencias del cementerio prehistórico localizado a 80 kilómetros al norte de Berlín, sobre una colina que se alza 90 metros sobre la llanura. Debió ser muy difícil abrir las tumbas en el suelo duro y rocoso de la cumbre; y sin fuentes de agua en las inmediaciones, el lugar era poco adecuado para un asentamiento.
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En un artículo publicado en la revista Quartär, Thomas Terberger, arqueólogo que dirigió las excavaciones recientes, reveló que los enterramientos evidencian una cuidadosa planificación. ?No es una acumulación accidental de enterramientos, sino un sitio donde decidieron poner a sus muertos ?explica Terberger, del Departamento de Preservación Histórica de la Baja Sajonia-. Es la primera prueba de un cementerio verdadero en el norte de Europa o Escandinavia?.
Según sus colegas, eso hace que el lugar sea muy especial. ?Fue una gran sorpresa ?señala Erik Brinch Petersen, arqueólogo de la Universidad de Copenhague-. Los pueblos de cazadores-recolectores sepultaban a sus muertos junto a sus casas. De modo que un sitio como este es único en el norte de Europa?.
El esqueleto del bebé es igualmente raro. Los investigadores consideran que es el esqueleto infantil más antiguo jamás hallado en Alemania, y uno de los más antiguos de Europa. Los excavadores retiraron los frágiles restos del cementerio en un solo bloque de tierra de 300 kilogramos, lo que permitió exponer cuidadosamente la osamenta de 8,400 años en el ambiente controlado de un laboratorio. ?Es muy raro encontrar un enterramiento intacto como este, porque los huesos de un bebé son muy pequeños y frágiles?, comenta Jungklaus.
Inhumado poco después de cumplir seis meses de edad, con los brazos cruzados sobre el diminuto pecho, el bebé está preservado casi perfectamente. Los huesos y la tierra circundante están teñidos de rojo por al pigmento ocre utilizado para decorar el cuerpo antes de darle sepultura.
La excelente conservación brindará una cantidad de información enorme a los investigadores. Por ejemplo, la firma química de los huesos podría revelar si el bebé fue amamantado, mientras que el ADN determinará su género y podría identificar parentescos con otros esqueletos del cementerio.
Al saber más de su corta vida y cómo murió, los arqueólogos entenderán mejor las condiciones de vida de los habitantes primitivos de Europa. ?Podremos investigar enfermedades posibles, y quizás determinar la causa de muerte ?dice Jungklaus-. Los niños siempre son el eslabón más débil; las primeras víctimas cuando cambian el ambiente o las circunstancias de vida?.
Si bien el enterramiento del bebé es notable, el cuerpo de un joven, encontrado en las inmediaciones, tiene entusiasmados e intrigados a los excavadores. Sepultado más de 1,000 años después que el infante, el hombre fue puesto en la tumba en posición vertical, junto con herramientas de hueso y cuchillos de pedernal. Su esqueleto sugiere que llevó una vida bastante cómoda, pues no muestra señales de haber realizado trabajos físicamente demandantes. ?Parece un tallador de pedernal o un artesano experimentado, más que el hombre fuerte del grupo?, señala Terberger.
Lo más extraño es que, al principio, solo llenaron la tumba vertical hasta las rodillas del hombre, dejando que la parte superior del cuerpo se descompusiera parcialmente y cayera en pedazos para luego rellenar la fosa. Después, en algún momento, encendieron una hoguera encima de la tumba.
Una explicación posible proviene de cientos de kilómetros al noreste. En un cementerio ruso, llamado Olenij Ostrov, han encontrado enterramientos verticales parecidos al de Gross Fredenwalde, y más o menos de la misma época. Desde hace mucho, los investigadores han pensado que la cultura llegó a la antigua Europa procedente del sur, mas esos extraños enterramientos sugieren que también hubo una migración o comunicación activa en todo el norte de Europa. ?Este hombre es indicio de esas influencias orientales?, afirma Terberger, y los resultados de ADN de sus huesos podrían revelar dichas conexiones.
A partir de los análisis iniciales de su ADN y los bienes mortuorios con que fue enterrado, es evidente que el joven sepultado de pie era un cazador-recolector, igual que el bebé con quien compartía el cementerio. Sin embargo, el joven murió hace unos 7,000 años, lo que significa que el cementerio de la colina se usó durante más de un milenio.
Su muerte ocurrió más o menos por la misma época en que los primeros agricultores llegaron a esa región de Europa, parte de un proceso que cambió la faz del continente. Esa superposición podría ayudar a los investigadores a explicar qué ocurrió cuando los cazadores-recolectores tuvieron el primer contacto con inmigrantes que llevaban consigo nuevas tecnologías y estilos de vida del lejano sur. ?Los últimos cazadores-recolectores y los primeros agricultores vivieron lado a lado?, asegura Terberger. No obstante, las evidencias del cementerio sugieren que la relación era muy fría. Los arqueólogos han encontrado asentamientos agrícolas del mismo periodo a solo 10 kilómetros del cementerio de los cazadores-recolectores, pero ninguna señal de que las personas sepultadas allí tuvieran un contacto significativo con sus vecinos.
?Debieron haberse visto a los ojos, pero no hicieron intercambio alguno; ni de noticias ni de genes?, concluye Petersen.
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