El daño ocasionado por la enfermedad no cesa. Quienes estuvieron infectados sufren secuelas como pérdida de memoria, depresión, y el estigma.
La epidemia del Ébola parece haber sido vencida, pero ahora los países de África Occidental luchan con las secuelas sobre la salud a largo plazo y con el peligro de un nuevo brote.
Ibrahim Savane sabe que es un hombre con suerte. Fue uno de los primeros en enfermar de Ébola en Guinea… y en sobrevivir. Poco después de que las autoridades sanitarias detectaran la epidemia en la antigua colonia francesa, Savane, de 28 años, se arrastró hasta el hospital con una fuerte fiebre. Unos pocos días después pudo salir, ya curado.
La epidemia, que surgió a finales de diciembre de 2013 en el lejano pueblo de Meliandou, se extendió de manera rasante en Guinea y en los países vecinos Sierra Leona y Liberia. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mató a más de 11,000 personas. Y aunque hoy parece haber sido vencida, dejó huellas muy profundas. Muchos de los afectados sufren secuelas graves y seguirán necesitando ayuda también en 2016.
La vida de Savane sigue girando en torno al Ébola un año y medio después de curarse. Forma parte de un grupo de autoayuda en el que los miembros hablan sobre las secuelas físicas y psíquicas a largo plazo. "Los primeros meses después de recuperarme tuve dolores muy fuertes en las articulaciones", relata. "Últimamente estoy bien", añade, aunque la mayoría de los miembros del grupo se quejan de diversas dolencias. Las más habitales son inflamaciones en los ojos y las articulaciones, daños hepáticos, renales, problemas de oído, caída del cabello y fatiga crónica. A su vez, muchos supervivientes sufren estrés postraumático, depresiones, pesadillas, pérdida de memoria y el estigma y aislamiento que provoca haber tenido la enfermedad, señala Hilde De Clerck, experta en la fiebre hemorrágica de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF).
Nunca antes había habido una epidemia de Ébola de tal alcance, ni tantos supervivientes. Por eso, aún no hay suficientes estudios sobre el tratamiento de los pacientes a largo plazo. "La crisis ha pasado, ahora nos tenemos que concentrar en el apoyo a los supervivientes", dice la experta.
En los próximos meses, lo principal es reunir datos, analizarlos y crear los programas necesarios para tratar las secuelas, con psicoterapia o medicamentos. "Necesitamos especialistas", se lamenta Hilde De Clerck.
Eso es lo que más falta en los tres países pobres más afectados. Sus sistemas sanitarios ya eran muy débiles antes de la epidemia y después de dos años de Ébola están al borde del colapso. En Guinea sólo hay un pequeño departamento para analizar las secuelas, dentro del mayor hospital público de la capital, y está dirigido por colaboradores del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) de Francia.
Además, el Ministerio de Salud ha hecho un estudio en los últimos cuatro meses para saber qué servicios debe priorizar. "Aún esperamos los resultados pero está claro que vamos por detrás de las necesidades", dice el responsable para Ébola del país, Sakoba Keita.
También hay que estudiar el contagio del virus a través del esperma, porque un reciente estudio halló restos del virus hasta nueve meses después en los supervivientes. "No sabemos cuán infeccioso es el virus en este estado. Hasta ahora sólo se conoce un número muy pequeño de contagios por vía sexual", dice la coordinadora de emergencia de MSF en Guinea, Laurence Sailly.
Se recomienda a los pacientes recuperados usar condones y analizar su esperma cada cierto tiempo. "Una cosa está clara: necesitamos durante mucho más tiempo desde el final oficial de la epidemia un buen sistema de observación", dice Sailly.
Pese a todos estos obstáculos, los expertos creen que el Ébola será vencido. El virus puede volver a pasar de murciélagos o monos a los humanos pero "ahora podemos reaccionar mucho más rápido y de forma más efectiva", señalan en la OMS. "Ya no habrá otro brote tan masivo como este".