Más de 200 esculturas insinúan los rituales y el trágico fin de una ?ciudad perdida? en Honduras.
En el último mes, la excavación de una antigua ciudad en Honduras ha producido un tesoro de notables artefactos de piedra producidos por una civilización precolombina anónima y misteriosa. Un equipo de arqueólogos estadounidenses y hondureños desenterró y retiró más de 200 esculturas que yacían en la base de un gran montículo de tierra en el centro del sitio, el cual ha sido denominado ?Ciudad del Jaguar?.
Los artefactos, algunos enteros y otros fracturados, fueron transportados en helicóptero a un laboratorio próximo a la ciudad de Catacamas, recién construido para estudiarlos y almacenarlos.
?El alijo es una ofrenda ?informó Chris Fisher, arqueólogo de la Universidad Estatal de Colorado en Ford Collins, quien dirige al equipo-. Es como un altar?. Se ha informado de alijos similares en otras áreas del oriente de Honduras, pero este es el primero que se ha excavado profesionalmente.
La excavación reveló que todos los objetos fueron depositados al mismo tiempo, cuidadosamente, sobre un suelo de arcilla roja expresamente preparado.
Estaban dispuestos alrededor de una pieza clave: una enigmática escultura de un buitre con las alas parcialmente desplegadas, rodeada de vasijas de piedra cuyos bordes estaban decorados con buitres y serpientes.
Algunas vasijas tenían tallas representando una extraña figura humanoide de cabeza triangular, con los ojos huecos, la boca abierta, y el cuerpo marchito. Fisher opina que podrían representar a un ?personaje muerto?, quizás el cadáver de un antepasado, envuelto y preparado para su enterramiento.
En torno del grupo central de artefactos, Fisher y su equipo expusieron muchos metates de piedra, que son como mesas arqueadas con tres patas utilizadas para moler maíz, pero más grandes y mucho más decorados. Se cree que fueron asientos de poder, y muchos metates del alijo estaban tallados con figuras animales y diseños geométricos. Este grupo incluía la cabeza del ?hombre jaguar? que dio nombre a la ciudad, y se cree que representa a un chamán en estado mitad animal, mitad humano. Es probable que los artefactos daten del periodo Posclásico Mesoamericano, entre 1000 y 1520 d.C.
La ciudad precolombina fue descubierta en 2013 usando un método de inspección aérea llamado LIDAR, que utiliza pulsos de luz láser para mapear el terreno. La ciudad yacía oculta bajo una selva de triple bóveda arbórea en un valle inexplorado, cercado por montañas, en una región apartada llamada La Mosquitia. Los arqueólogos ingresaron por primera vez en las ruinas en febrero de 2015, y hallaron el alijo en el segundo día de exploración. (Lee: Descubren ciudad perdida en la selva hondureña)
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El área excavada comprende menos de 18.6 metros cuadrados del enorme sitio arqueológico, el cual incluye al menos 19 asentamientos prehistóricos que posiblemente formaban parte de un mismo cacicazgo disperso a lo largo de varios kilómetros de un río. Uno de los sitios cercanos tiene dos montículos paralelos que podrían ser restos de un campo de juego de pelota mesoamericano parecido a los de la civilización maya, sugiriendo un nexo entre esta cultura y sus poderosos vecinos del oeste y norte.
El juego de pelota era un ritual sagrado que reproducía la lucha entre las fuerzas del bien y el mal, y también pudo ser un medio para que los grupos evitaran la guerra y resolvieran conflictos mediante un partido.
A veces se ha asociado el juego de pelota con los sacrificios humanos, incluyendo la decapitación del equipo perdedor o su capitán.
Aunque la Ciudad del Jaguar hoy se encuentra espectacularmente aislada, en sus días de esplendor debió ser un centro de trueque y comercio. ?Cuando vas allí ahora ?dijo Fisher-, te sientes desconectado. Es una selva, y es difícil imaginar siquiera que estás en el siglo XXI. Pero en el pasado, se alzaba en el centro de una intensa red de interacción humana. No estaba aislada en absoluto?.
Algunas patas de los metates tienen marcas intrigantes. Según los arqueólogos que los examinaron, un juego de motivos con bandas cruzadas recuerda una ?banda celestial? maya, similar a las representaciones del cielo nocturno que pueden encontrarse bajo figuras sedentes en esculturas de Chichen Itzá, México.
Los motivos de bandas cruzadas suelen asociarse con deidades y objetos de poder en el mundo maya. Los metates también presentan numerosos pseudo-glifos intrigantes, que aún no han sido estudiados ni descifrados (los pseudo-glifos son dibujos con significados específicos que, a diferencia de los glifos mayas, no son escritura real).
Algunos arqueólogos creen que los metates pueden haberse usado no solo como tronos, sino como asientos para transportar cadáveres envueltos y decorados hasta su última morada. A la larga, las superficies de vasijas y metates se someterán a ?análisis de residuos? para determinar qué tipo de ofrendas contenían o qué sustancias molieron en ellos, si acaso fueron usados para ese fin.
¿Por qué abandonaron la ciudad? Aunque no hay pruebas, las causas más probables son epidemias de enfermedades europeas. En la época del contacto europeo, mercaderes mayas y chibchas zarpaban en canoas gigantes para comerciar en lugares lejanos, intercambiando bienes entre Honduras, México, y las islas del Caribe. Esos mismos mercaderes surcaban los grandes ríos que fluían desde Mosquitia, remando tierra adentro para adquirir cacao, plumas de guacamayo, y otros valiosos productos forestales. (Lee: Los ríos de los olmecas)
Para principios del siglo XVI, las enfermedades europeas ?viruela, sarampión, e influenza- habían cundido en las islas del Caribe, matando hasta 95 por ciento de la población indígena. Es muy probable que los mercaderes nativos llevaran consigo esas enfermedades por los ríos de Mosquitia, de donde se diseminaron a las poblaciones locales y corrieron como fuego al interior, alcanzando áreas muy apartadas del contacto real con los europeos. De esa manera, la Ciudad del Jaguar pudo ser devastada por oleadas de enfermedades epidémicas. Destrozados y traumatizados, los supervivientes abandonaron la ciudad dejando atrás este alijo, donde permaneció intacto durante 500 años, como un trágico memorial a una cultura antaño grande y ahora, desaparecida.
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