El líder de la aldea Bibipur en India, lucha por mitigar los abusos que se cometen contra las mujeres, como el aborto de fetos femeninos, y las violaciones sexuales.
El jefe de la aldea de Bibipur no tiene su nombre escrito en la puerta. En lugar de ello, el letrero en letras doradas y en devangari, el alfabeto que se usa en el norte de la India, reza: "Casa de Nandini". Nandini es la hija de cuatro años de Sunil Jaglan, y ella es el punto de partida y el centro de su lucha: los derechos de las niñas y mujeres indias.
Es una lucha muy dura, explica Jaglan, y a menudo solitaria. En Haryana, su estado, nacen solo 834 niñas por cada 1,000 varones, la mayor desproporción de toda la India. Y los políticos en Haryana proponen ideas como que "la edad para que las niñas contraigan matrimonio debería reducirse ya que de esta manera habría menos violaciones" o reivindican la prohibición de la comida rápida alegando que las hormonas que contiene incitan a los hombres a cometer agresiones sexuales.
Jaglan, de 33 años, huyó al principio de este mundo. Dejó su pueblo, Bibipur, en el que las aguas residuales fluyen por canales abiertos, los bueyes tiran de los carros y los búfalos de agua se tiran en el estanque los días de verano en los que las temperaturas alcanzan los 50 grados. Estudió matemáticas e impartió clases, aunque después regresó debido al sentido del deber, como él dice.
"El 75% de la población vive en aldeas y el gobierno solo hace algo para el 25% que vive en las ciudades", denuncia.
En opinión del alcalde, el desarrollo del pueblo consiste no solo en un buen suministro de electricidad, en bombas de agua subterránea y un camino pavimentado hasta la parada de autobús en la carretera, sino también en que las niñas vayan a la escuela y que se denuncien el acoso sexual y la violencia de género. Sobre estos temas nunca antes se había hablado en Bibipur.
El mayor quebradero de cabeza se lo provoca sin embargo el aborto selectivo. En la India ya han muerto millones de fetos femeninos. Las parejas desean tener un hijo y heredero que cuide de ellos cuando sean mayores. Las niñas en cambio se casan y se van a otro hogar, lo que implica que hay que criarlas y conseguir una dote para ellas para que al final se marchen.
"Cuando mi hija nació el 24 de enero de 2012, repartí dulces y pagué a las matronas", relata Jaglan. "Pero ellas me decían: ‘Es mucho dinero, es tanto como si fuera para un niño y tú solo tienes una niña’". También hizo venir a los transexuales que tradicionalmente otorgan bendiciones tras el nacimiento de un hijo varón y les dio la misma cantidad de dinero que se entrega cuando nace un niño.
Y así comenzó una campaña tras otra: una competencia para las mujeres para ver quién conocía mejor sus derechos; la inclusión en los formularios generales de los nombres del padre y de la madre, en vez de solo el del padre; clases de apoyo para las niñas y, el día de la Independencia, en el que solo el alcalde puede izar la bandera, hacer que sea la madre de una niña quien lo haga.
Por vez primera las mujeres fueron invitadas a las grandes asambleas de las aldeas de la zona, las Maha Panchayar. "Las mujeres se frenan en público, tuvimos que convencerlas para que venieran", dice Sushile Jaglan, la hermana de Sunil. "Pero después hablaron fuerte de sus problemas, como por ejemplo que su familia no les permita salir de casa para trabajar".
Hasta el momento el mayor éxito de Jaglan es su campaña "Un selfie con tu hija". Incluso el primer ministro del país, Narendra Modi, se adhirió a la propuesta e impulsó la idea en su programa de radio a nivel nacional: "¡Envíen fotos de ustedes con sus hijas!". Los medios de todo el país se hicieron eco de la noticia. Bibipur, la aldea de 5,000 habitantes en Haryana, se convirtió en un símbolo del aprecio por las niñas.
Sin embargo, más allá de la retórica de las campañas y de los discursos de los presentadores televisivos, en las estrechas calles de Bibipur la vida de las mujeres cambia muy lentamente. Todavía siguen siendo ellas las que cocinan, cortan la caña de azúcar en el campo o llevan los búfalos a través del pueblo -a menudo con la cara tapada con un pañuelo- mientras los hombres se sientan a la sombra de los árboles a fumar una pipa de agua.
"Cada día nos enfrentamos a una nueva lucha", dice Jaglan, y cita orgulloso las estadísticas que demuestran su éxito. En 2012 nacieron 59 niños y 37 niñas, pero al día de hoy hay aproximadamente el mismo número de niños que de niñas. En 2015 fueron incluso 40 niñas y 37 niños, es decir que ya no hubo abortos selectivos.
Sin embargo, aunque a primera vista parece un avance, el cambio de mentalidad en el pueblo es un proceso complejo. A pocos pasos de la casa de Jaglan, más de una decena de ancianos se reúnen bajo un alero, beben té y discuten de la vida, todos vestidos con largas túnicas blancas y con rostros enjutos, muy diferentes a Jaglan, que va con sus jeans, su camiseta y sus mofletes.
"Es un buen hombre", dice Praveen Kumar sobre el alcalde, y todos a su alrededor asienten con la cabeza. A Kumar no le parece mal que a la entrada del pueblo cuelgue un letrero que pone "Mundo de las Mujeres", aunque queda claro que la electricidad y el apoyo financiero del Gobierno son más importantes. Y entonces revela el por qué de su apoyo a Jaglan. "¿Cómo van a encontrar esposa nuestros jóvenes si no nace el mismo número de mujeres? ¿Quién dará a luz a nuestros hijos si no hay mujeres?"
En el otro extremo del pueblo, la matriarca Bala Devi se sienta pesadamente en su cama en el medio de la habitación y toda la parte femenina de su familia se reúne a su alrededor, desde su nieta que gatea hasta su cuñada. ¿Si los hombres y las mujeres disfrutan de los mismos derechos? "Sí", dicen todas en voz alta. "Va al colegio el mismo número de niñas que de niños", dice Devi.
En el círculo está también Sina Jaglan, que no está emparentada con el jefe de la aldea, pero -como se puede reconocer por su apellido- pertenece a la misma casta. Ella va todavía a la escuela y quiere estudiar un grado superior o convertirse en diseñadora de moda. Al mismo tiempo se encarga del hogar. "Mis dos hermanas mayores están casadas y mi madre falleció, por eso tengo que ocuparme de todo para mi padre y mis dos hermanos", comenta Sina.
La feminista Kabita Krishnan describe a la sociedad india como profundamente misógina y paternalista, algo que en su opinión también se refleja en la elogiada campaña "Un selfie con tu hija". No se trata de conceder a las niñas y mujeres derechos y autonomía, sino de mentalizar a las mujeres para que den a luz niñas valientes con las que los hombres puedan cumplir su supuesto derecho a tener una esposa, señala.
Durante cinco años Jaglan ha luchado tanto contra tradicionalistas como contra feministas. Recientemente su mandato concluyó y para la elección, según estableció el estado de Haryana, solo podían presentarse mujeres. Jaglan quería que su madre fuese candidata pero no cumplía con la condición de tener al menos el graduado escolar, así que Jaglan presentó a su esposa Deepa.
A mediados de enero llegó la sorpresa: Los Jaglan habían perdido. "Hay un ministro en la capital que procede de mi región que piensa que yo me estaba volviendo muy poderoso y querido", explica Jaglan. Hace un tiempo, este político declaró en los medios locales que quería convertirse en primer ministro. Y "utilizó todo su dinero, contactos y muchas tretas para hacerme perder".
¿Y ahora qué será de la lucha contra el aborto selectivo? Pues seguirá adelante, dice Jaglan. Unos 50 pueblos ya le han pedido ayuda para abordar el problema. Al mismo tiempo, otros en Bibipur opinan que ya no hacen falta más campañas. Por ejemplo el estudiante Sandeep Kaushik: "Hizo una bola enorme de un pequeño problema. Ahora todo el mundo lo conoce".