En algunos años, las constelaciones conocidas por la humanidad serán imposibles de ver en su lugar, el cielo nocturno brillará con megaconstelaciones de satélites.
Una nueva simulación realizada por la Universidad de Regina en Canadá demostró que las megaconstelaciones de satélites que orbitan a la Tierra cambiarán definitivamente nuestro panorama al observar la bóveda celeste:
Con 7,890 objetos orbitando actualmente alrededor del planeta y en aumento, la simulación determinó que en algunos años, seremos incapaces de observar las estrellas y los patrones considerados diversas constelaciones por culturas de todo el mundo desde los albores de la humanidad.
El problema es aún mayor si se toma en cuenta la tendencia de enviar megaconstelaciones de satélites órbitas bajas de la Tierra. El mejor ejemplo es Starlink, el proyecto de SpaceX que ofrecerá internet satelital, con el alto costo de poner en órbita 12 mil satélites más, cuyo bri25llo ya es considerado una amenaza, tanto para la comunidad astronómica mundial, como para mantener los cielos nocturnos libres de contaminación lumínica.
La basura espacial y la observación del Universo
Con más de 9 mil 300 toneladas de objetos artificiales orbitando a la Tierra, un estudio de laEstación Espacial Internacional: además, su reflejo está provocando una contaminación lumínica sin precedentes en los cielos de todo el mundo.
La investigación es pionera en considerar el impacto negativo de la basura espacial y escombros en el cielo nocturno. A través de un modelo que tomó en cuenta el tamaño y brillo tanto de los restos de etapas de cohetes como de satélites, el equipo estimó que el reflejo de estos objetos aclaró en 10 % los cielos nocturnos en la mayor parte del planeta.
A diferencia de la contaminación lumínica provocada por los grandes asentamientos urbanos, que se reduce drásticamente en zonas rurales y áreas naturales protegidas, el brillo de la basura espacial se puede reflejar en cualquier parte de la bóveda celeste. De ahí que incluso los observatorios astronómicos más remotos enfrenten cada vez más dificultades para realizar observaciones de objetos de espacio profundo.
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