La discusión con respecto al cambio climático empezó durante la segunda mitad del siglo XIX. Científicos europeos y estadounidenses —todos varones— empezaron a darse cuenta de los efectos nocivos que había traído la Revolución Industrial sobre el medio ambiente. Sin embargo, quien realmente puso el dedo en la llaga fue Eunice Foote: la primera mujer en hablar directamente sobre la emergencia climática global.
Eunice Newton Foote se formó en casa. Como la mayor parte de las mujeres de su tiempo, dedicarse a la ciencia se concebía como un horizonte perdido, sesgado por los roles de género. A pesar de esto, Foote se formó en las ciencias exactas por su cuenta en Connecticut.
Después de una destacada carrera como inventora e investigadora, Foote logró explicar un fenómeno que en ese momento había permanecido velado para la ciencia: el efecto invernadero. A pesar de que sus descubrimientos fueron reconocidos en la época, no tuvieron un peso real hasta que, tres años después, el físico irlandés John Tyndall se adjudicó a sí mismo este hallazgo.
Cuarenta años más tarde, otro científico europeo se ganaría el Nobel por esta razón. Ninguno de ellos le dio el reconocimiento debido a Foote, quien ya había teorizado antes sobre los aumentos de dióxido de carbono atmosférico y sus efectos en el calentamiento global.
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Además de su quehacer científico, Foote estuvo moviéndose durante años desde el activismo por los derechos de las mujeres. Fungió como una de las fundadoras de la Seneca Falls Convention, la primera asamblea en la que se habló abiertamente sobre los derechos de la mujer.
Gracias a las movilizaciones que logró desde el ámbito de investigación científica, en 1857, el periodista David A. Wells publicó una reseña sobre su trabajo en Annual of Scientific Discovery:
«A continuación, el profesor Henry leyó un artículo de la señora Eunice Foote, precediéndolo con unas pocas palabras en las que dijo “que la ciencia no era de ningún país ni de ningún sexo. La esfera de la mujer abarca no solo lo bello y lo útil, sino lo verdadero»».
Otras publicaciones feministas elogiaron sus logros en el terreno climático porque, además de ser preciso, el experimento de Foote era casero. Uso cuatro termómetros para medir el cambio de temperaturas al exponer CO2 a la atmósfera en dos condiciones diferentes: bajo el rayo del sol y en la sombra.
Fue así como logró teorizar preliminarmente los efectos de los gases invernadero en el planeta. Aunque no recibió el crédito por sus descubrimientos en el momento, hoy en día se le considera como una de las pioneras en los estudios ambientales. Sin sus aportaciones, la discusión a propósito de la emergencia climática global estaría, a lo menos, coja.
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