Con el baño, los camellos lucen su personalidad.
Cerca de Rabigh, Arabia Saudí
22°49?15?? N, 39°04?43?? E
?Sultán fue a buscar a Umbrausha, el camello que yo montaba. Era un animal magnífico, un famoso purasangre de Omán?.
?Sir Wilfred Thesiger, Arenas de Arabia
Seema y Fares, nuestros camellos machos, no son famosos purasangres de Omán.
Son humildes camellos de carga de Sudán, las abolladas camionetas Ford F-150 del mundo de los camélidos. Con todo, igual que muchos camiones viejos, inspiran lealtad. Y como los hombres de cierta edad que somos, a veces pasamos una tarde lavándolos en el patio.
Eso saca a relucir sus coloridas personalidades.
Fares es el camello mayor, de cinco años y según Awad Omran, nuestro jefe caravanero, padece de ?piernas pesadas?. Una manera elegante de describir su pereza incurable. Vaciamos un balde de agua tibia en su joroba grasienta y frotamos la piel sucia y apelmazada. Al instante, Fares cierra cada uno de sus seis párpados en profundo éxtasis (cada ojo posee un párpado adicional llamado membrana nictitante, que le protege de las ráfagas de arena) y contrae los hombros bajo nuestros dedos con evidente placer. Babea que es una obscenidad.
A sus tres años, Seema es un camello adolescente con problemas de autoridad, propenso a jugarretas pueriles (como meterse toda tu cabeza en el hocico cuando estás distraído) y que responde al baño igual que muchos chicos: como si fuera ácido, ántrax tóxico, aceite hirviente. Tumbado en el suelo e inmovilizado con un agal ?cordón que sirve de maniota y que aún ciñe, simbólicamente, el tocado de los hombres saudíes- se incorpora sobre sus rodillas dobladas y se arrastra lanzando bramidos como un dinosaurio. Cosa muy comprensible. Porque cuando Seema está mojado, se encoje. Parece un chihuahueño empapado.
Lo seguimos a trompicones, agitando los brazos y maldiciendo en dos idiomas. Y entonces, me doy cuenta de que soy el único que se ríe. Así que cierro la boca.
Septiembre 2, 2013
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