El bipedismo humano no comenzó en las sabanas africanas: por el contrario, parece haber empezado entre las ramas de los árboles, con los chimpancés.
Durante décadas, como parte de la herencia que dejó Charles Darwin a la mirada científica, se pensó que los homínidos habían empezado a caminar sobre dos patas en África. Como la ‘Cuna de la Humanidad’, lo más probable es que el bipedismo humano hubiera comenzado en las amplias sabanas del desierto, donde los homínidos tenían que erguirse para encontrar comida. Parece ser que no fue así.
Durante 15 meses, científicos del University College en Londres observaron a un grupo de chimpancés en Issa, Tanzania. Aunque este espacio tiene mucho menos árboles que los bosques tropicales, cuenta con los suficientes para que los investigadores documentaran un fenómeno insólito. Los chimpancés andaban erguidos entre las ramas de los árboles.
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En busca de los frutos más jugosos
A diferencia de lo que se pensó por años, parece ser que el bipedismo humano empezó en las copas de los árboles. En busca de frutos jugosos, los chimpancés se estiraban entre las ramas de los árboles sobre dos patas, «trepando como simios, pero caminando como humanos«, explican los autores.
Sin embargo, lo que más sorprendió al equipo de investigación es que los chimpancés permanecían más tiempo sobre dos patas entre las ramas que sobre el suelo. Así lo explica Alex Piel, uno de los investigadores líder del estudio:
«Además, debido a que muchos de los impulsores tradicionales del bipedalismo (como cargar objetos o ver sobre la hierba alta, por ejemplo) están asociados con estar en el suelo, pensamos que naturalmente veríamos más bipedismo aquí también. Sin embargo, esto no es lo que encontramos», detalla el especialista en Science Advances.
Esto implica que los chimpancés no son tan terrestres como se pensaba originalmente. De hecho, más del 85 % de los casos de bipedismo ocurrieron en los árboles. Este comportamiento contradice por completo las teorías anteriores, sobre cómo el bipedismo humano se desarrollo en la sabana africana. En lugar de eso, parece ser que evolucionamos para andar sobre dos patas entre las copas de los árboles.
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