FORO. (Abril 2011). Omar López Vergara.
Para nadie es un misterio que México atraviesa uno de los momentos más difíciles de su historia. En este clima de violencia e incertidumbre, cuyo fin no se vislumbra cercano, quienes nos dedicamos de tiempo completo o parcial a la conservación parecemos tener ciertos aires de ridiculez. ¿Por qué preocuparse por el oso gris (Ursus horribilis) o el águila harpía (Harpia harpyja), o las demás especies de plantas y animales y hongos y bacterias y arqueas cuando a diario oímos noticias escalofriantes sobre la realidad nacional? Hay muchas respuestas a este dilema y la primera de ellas es que la Tierra ha tardado miles o millones de años en producir tal belleza: los problemas, por más dramáticos que sean, son de apenas unas décadas y se resolverán ojalá en otras tantas. Estos sistemas son también vitales: cuando caiga el águila real, caerán otras especies y, tarde o temprano, nosotros con ellas. La última respuesta es simplemente visual: basta hojear el Fotodiario sobre las sierras de La Giganta y Guadalupe, del mexicano Miguel Ángel de la Cueva, para saber por qué vale la pena continuar esta otra lucha. A pesar de todo.
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