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La ruta astronómica chilena

Esta travesía por el nortede Chile te llevará hasta las estrellas.

La región de Coquimbo, al norte de Chile, ofrece condiciones climáticas excelentes para la observación astronómica: 330 días despejados, poca humedad, mínima contaminación lumínica. Además, es en el hemisferio sur donde puede admirarse lo más espectacular de la galaxia. Algunos de los observatorios científicos más importantes del mundo se encuentran en esta región, donde hay también seis observatorios turísticos y una vasta oferta de productos y servicios que conjugan ciencia y estrellas para todas las edades.

Cielo nocturno, patrimonio de la humanidad

En los Valles del Elqui y del Limarí, la astronomía es un tema cotidiano que involucra a toda la población. Desde la instalación del primer complejo de telescopios del hemisferio sur en el cerro Tololo, en 1967, existe una conciencia de la importancia de preservar las condiciones óptimas de observación del universo, de manera que hay una norma para que el alumbrado nocturno dirija el haz de luz hacia el suelo, tenga pantalla reflectora y se use de preferencia luz de sodio de baja presión. La calidad del cielo de la región la convierte en candidata a Reserva Starlight, figura de reciente creación otorgada por la Unesco, paralela a las reservas naturales en lo que se refiere a la visibilidad del cielo nocturno.

El primer observatorio a visitar, si se llega proveniente de Santiago por la Ruta 5 Norte, bien puede ser Cruz del Sur, tras 280 kilómetros de recorrido, poco antes de Combarbalá. Es el más reciente y está equipado con dos telescopios (de 40 centímetros de diámetro y dos de 30 centímetros cuya instalación, prevista para aislar la más sutil vibración, permite adaptar una cámara reflex al telescopio y hacer astrofotografía. Practicada por aficionados y profesionales, la fotografía del universo nos revela no sólo que este es de colores ?lo cual el ojo humano no puede captar, no importa la potencia del telescopio?, sino la composición química, pues cada elemento emite un color: el oxígeno azul, el hidrógeno rojo; las nebulosas suelen ser una mezcla de verde, azul, amarillo y rojo.

Petroglifos de estrellas

Cada observatorio tiene programas y equipos diferentes de manera que, aún visitándolos todos, ninguna experiencia será igual. A Cruz del Sur, por ejemplo, puede irse de día dado que cuentan con filtros para la observación solar. Esa noche dormimos en el Limarí, en Ovalle, un hotel de vocación astronómica ?como tantos otros en la zona? que ofrecía una excursión al Valle del Encanto (a unos 40 kilómetros por la ruta D45), un sitio de cactus y petroglifos que entre otras figuras tienen cuerpos celestes. La salida era hacia el final de la tarde, de forma que durante el recorrido cayó la noche y la visita concluyó con una cena a la luz de las velas, pisco para el aperitivo, un caldo de carne con pasta y papas, pan cocido en las brasas y seis mil estrellas en el firmamento sólo para nuestro íntimo grupo de cuatro turistas.

Conviene tener en cuenta que la mejor época del año en el Hemisferio Sur para admirar el centro de la Vía Láctea es de junio a agosto (invierno en el Hemisferio Austral) y consultar el calendario lunar, pues la luz de la luna llena impide apreciar el brillo del universo. También es importante reservar las visitas a los observatorios con varios meses de anticipación, en especial en los científicos, algunos de los cuales tienen gran demanda y sólo reciben al público los sábados, en grupos limitados y durante el día, pues el uso de los telescopios está reservado a los astrónomos.

El cielo está cerca

Al día siguiente visitamos temprano por la tarde el Observatorio Cerro Mayu (27 kilómetros al sureste de La Serena por la Ruta 41 Ch), el cual tiene un telescopio de 14 pulgadas y dos telescopios para la observación del sol. En este nos dieron una charla de astronomía básica y proyectaron un audiovisual con las constelaciones según los griegos, formadas por estrellas y, según los incas, delineadas por la noción contraria, el contorno de los espacios oscuros del firmamento.

La oferta de productos y actividades en torno a las estrellas es vasta. Lo mismo hay restaurantes solares donde se cocina a base de energía solar, artesanías hechas a base de meteoritos hallados en el desierto de Atacama, trekking y cabalgata nocturna para ver las estrellas o bien visitar una destilería de pisco.

Esa tarde montamos a caballo en un lugar llamado Campo Cósmico, situado en el kilómetro 27 de la ruta La Serena-Vicuña. La intención era regresar una vez que hubiera oscurecido por completo para observar las estrellas a simple vista. Mauricio Olivares, nuestro guía y presidente de Astronómica Chile, grupo de empresarios turísticos que busca potenciar el filón de la astronomía en la región, es un jinete experimentado aficionado a las estrellas y firme postulante de que la latitud 30°, donde se encuentra este valle el Elqui, es una zona de energía privilegiada. El espectáculo estelar opera su magia. El cielo está cerca.

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El Observatorio Mamalluca, icono de la región, es la escala de la noche siguiente. El lugar es uno de los más equipados del circuito, cuenta con distintos telescopios, cuyos diámetros varían entre 20 y 40 centímetros, para observar constelaciones, cúmulos estelares, nebulosas, planetas, estrellas, el big bang, la misteriosa energía oscura del universo? Un complemento importante de la experiencia visual es la calidad de las explicaciones, a la vez sencilla y apasionante; el lenguaje y los conceptos son accesibles para los no iniciados.

El descubrimiento

El Observatorio de Tololo, cuyo telescopio mide cuatro metros, es el primer sitio donde pudo verse por primera vez en el hemisferio sur la formación de una galaxia a nueve billones de años luz. Con todo, probablemente el verdadero personaje del lugar, sea el profesor de física y matemáticas Arturo Gómez. Un buen día de 1986, mientras calibraba un telescopio para un astrónomo, identificó un objeto nunca antes observado. Avisó a Estados Unidos, donde está la base de datos de todo lo descubierto en el universo, y se confirmó que ese cuerpo no estaba catalogado. Entonces preguntaron cómo lo llamaría, a lo que el profesor respondió sin titubear: «Nebulosa planetaria Gómez«. Sin embargo, aclara el profesor: «los cuerpos celestes suelen ser asociados con ciertas formas de referencia. En Estados Unidos le encontraron que tenía forma de hamburguesa, ¡y de ahí derivó en Nebulosa Hamburguesa Gómez!», y Arturo se convirtió en el primer chileno en descubrir una nebulosa.

El telescopio, máquina del tiempo

La última visita del recorrido fue al Pangue, probablemente el mejor de los observatorios privados. No sólo está en un sitio privilegiado por su transparencia atmosférica y nula contaminación lumínica; es, además, el único observatorio privado con un telescopio de 63 centímetros, no recibe a más de 12 personas a la vez y el dueño es doctor en astronomía y apasionado confeso del tema. «Un buen telescopio cuesta menos que un buen auto», dice con una sonrisa Eric Escalera, originario de Toulouse, Francia, quien seguro prefiere andar a pie.

Con su profundo conocimiento del tema y un discurso mezcla de elocuencia científica y filosófica, Eric nos enseñó a admirar algunos de los cuerpos celestes más populares del hemisferio austral: las nebulosas de la Tarántula, Eta Karina y la del Tucán. Los observé con nitidez, incluso con un efecto tridimensional, gracias al cambio de oculares que hacía en los telescopios y a sus explicaciones de cómo enfocar la vista y relajar el cerebro para apreciar la tercera dimensión de la Tarántula. «La cadena de la observación astronómica es el cielo + el telescopio + el ocular», precisó el experto.

Se reflexionó sobre el hecho de que tanto avance tecnológico sólo sirva para ver el pasado: mientras más potencia, más años luz y por lo tanto más lejano en el tiempo. «El verdadero objetivo de los astrofísicos es, ni más ni menos, observar la creación del universo; sólo eso: la primera luz, la primera estrella, la primera galaxia», comentó pensativo y concluyó: «Y no debe parecernos tan lejos; eso está a unos 14 millones de años luz y estamos a 12,800 en la capacidad de observación. En este oficio, todo es pasado. El presente es una información inaccesible en el cosmos. No es cuestión de tecnología o potencia, no hay forma de ver el universo actual». www.astronomicachile.com

National Geographic

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