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Plymouth, antiguo puerto de Inglaterra

Su ubicación estratégica ha convertido a esta ciudad encantadora, desde la antigu?edad, en un punto clave en el Reino Unido.

Un día sin nubes de 1588 los buques de la Armada Invencible fueron avistados desde los baluartes de Plymouth. De inmediato se comunicó al vicealmirante de la ciudad, Sir Francis Drake, que la anunciada venganza española había comenzado. El año anterior, El Draco (como era conocido Sir Francis Drake en el reino de Castilla y León) incendió 80 por ciento de los buques anclados en el puerto de Cádiz, y Felipe II juró que, en desagravio, conquistaría Inglaterra.

Sir Francis Drake recibió la noticia en los jardines de The Hoe, desde donde se distinguía ya una mancha negra aproximándose en el horizonte. Volteó la vista hacia el mar durante un segundo y, sin decir palabra, continúo, parsimoniosamente, el ritual del juego de bolos en el que se encontraba. Sobra decir lo que ocurrió después; está escrito en la Historia: al caer la cortina de bochorno que deja el sol del verano, la flota española había sufrido una ominosa derrota, y momentos antes de cerrar los ojos, con la cabeza recostada en la almohada, Drake paladeaba el dulce sabor de las victorias del día: en la batalla y en el campo de bolos.

Hoy día cualquier marino sabe que Plymouth es un puerto inexpugnable por su atípica conformación geológica (la cual dio lugar a la creación de una universidad especializada) y su estratégica ubicación geográfica. Guarda la base militar encargada de salvaguardar el suroeste de la isla británica, y alberga submarinos nucleares. Ni siquiera por aire logró ser destruida, aunque la aviación alemana hizo su mejor esfuerzo durante la Segunda Guerra Mundial. Además de muros medievales, antiguas y estrechas callejuelas construidas por los sajones, y varias casas que lucen tal como fueron edificadas hace cuatrocientos años (dos de ellas funcionan, por cierto, como museos locales: Merchant?s House y The Elizabethan House), el puerto original de donde partió en 1620 el buque Mayflower rumbo a América, con los llamados Pilgrim Fathers, los primeros colonos, se conserva intacto.

Aunque en la costa suroeste de Gran Bretaña se encuentran las playas con arena más fina, enmarcadas por prados perfectos poblados de ovejas lanudas, y bañadas por ese mar azul-negro tan peculiar, no será necesario rentar ningún aunto y lanzarse a las cercanías. Plymouth, en sí misma, es una ciudad fascinante en la que es posible caminar de placa conmemorativa en placa conmemorativa (si se bordea el diminuto Suttor Harbour), bucear, rentar una lancha de alta velocidad o simplemente caminar junto al mar o a la vera de los ríos Plym y Tamar, y sentirse en medio de una postal de la campiña inglesa. La temperatura oscila entre los cinco y los 20 grados centígrados, siendo de noviembre a marzo los días más fríos y de vientos más violentos. El verano, en cambio, es caluroso y sin lluvia; es posible bajar las escaleras del malecón, junto al Lido, quitarse la ropa y zambullirse en el agua salada, sin traje de neopreno.

La vida nocturna de esta, que aunque no lo parezca a primera vista, es la mayor ciudad de los alrededores, es sorprendente y abre un abanico de posibilidades increíble. Vale la pena visitar el Barbican, que es el barrio viejo, donde en algunos bares a la concurrencia le da por subirse a las mesas a bailar, y en pequeños restaurantes se sienta con toda la pompa y flema inglesas frente a una botella de champaña a la luz de las velas.

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No podría haber un lugar mejor que Plymouth para probar el origen de un icono de la tradición culinaria anglosajona: el Fish & Chips. De aquí precisamente proviene, y justamente de este viejo barrio en torno de un igualmente viejo mercado de pescado inmenso en donde la subasta de los frutos del mar se realiza a la holandesa. Es decir, se presenta un cargamento, y se le asigna, para iniciar la puja de los compradores, un precio elevadísimo, de hecho, el precio ideal. Los interesados ofrecen precios menores cada vez, pero no tanto, porque un precio muy bajo causaría una catástrofe en cadena que repercutiría en todos los sectores de la economía. En Plymouth el Fish & Chips es un manjar, y se ofrece de cuando Logística menos una docena de distintas clases de pescado, cuyas variaciones consisten en delicados matices.

Pero hay otro punto de los comederos del Barbican abarrotado siempre por viajeros de todos los rincones del Reino Unido, e incluso del centro de Europa, cuyo medio de transporte es, invariablemente, la motocicleta. Viajan durante horas
sobre sus caballos de acero para probar las hamburguesas de The Cap?n Jaspers, para después emprender el regreso. Cuando lo supe, me pareció absurdo recorrer poco más de 800 kilómetros de ida y vuelta para comer un hot dog de pie, pero ahora, después de haber estado ahí, y haber rentado mi taza de cristal para el té (estrategia que usan para que los comensales no las arrojen al agua) tengo que confesar que yo también lo haría. Una de las calles que nos aleja del Barbican es Southside Street. Ahí se encuentra una vieja destilería de ginebra, que desde finales del siglo XVIII elabora la ginebra Plymouth, la cual llegó a ser muy famosa gracias a los barcos de la armada real. Tras el pescado y el comercio del paño, que se utilizaba para la elaboración de uniformes militares, la ginebra, en su época, fue el gran negocio de la ciudad. Hoy de esta poderosa bebida no queda sino el aroma a especias que sale de este local, tal como hace 200 años, y se conserva en la boca muchos minutos después del último trago.

Ya es raro viajar, como se hacía antaño, en los barcos cargueros que diariamente iban y venían de Plymouth a América. Sin embargo, sigue siendo un puerto clave, y varias veces por día salen de ahí ferris rumbo a Francia y España, y trenes que en dos
horas y media pueden dejarlo en la ciudad medieval de Exeter o en los baños romanos de Bath o, una hora y media después, en la estación Paddington de Londres.

LOGÍSTICA

Dato curioso:
El faro que se encuentra ahora en los jardines de The Hoe fue traído piedra por piedra hasta este lugar a finales del siglo XIX. Originalmente estaba en unos peñascos 22.5 kilómetros mar adentro. Aún hoy no ha sido mejorada la tecnología que utilizó para su construcción la compañía Smeaton en 1759.

Tres números útiles:

National Marine Aquarium
www.national-aquarium.co.uk
Tel. (44-1752) 600-301

Tours gratis de la armada real
y Museo de la Marina Real
www.royalnavy.mod.uk
www.plymouthnavalmuseum.com
Tel. (44-1752) 552-326

Información turística
www.visitplymouth.co.uk
Tel. (44-1752) 306-330

National Geographic

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