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Málaga sorprendente

Un recorrido por el puerto andaluzpor antonomasia, cuna de Picasso.

Tras varios días de travesía y buen viento llegamos al puerto de Málaga una tarde de marzo. Aunque el puerto deportivo está en construcción, nos permitieron atracar el velero en una zona del puerto comercial.

Larios, la principal calle comercial, justo frente al muelle es ideal para ir de compras. Casi todo el casco histórico es peatonal. Hice una parada en el café Casa Aranda para desayunar unos churros con chocolate espeso. Recargué energías y llegué al museo Picasso a las 10 de la mañana (cuando lo abren) para evitar las hordas de turistas que van desembarcando de los cruceros. El museo tiene 233 obras que la familia del pintor conservó. El edificio fue un palacio renacentista del siglo XVI con influencias moriscas. Existen restos fenicios que se encontraron durante su reconstrucción.

Málaga, por su ubicación geográfica y puerto natural, siempre fue una ciudad marinera y comerciante; además de tener un clima privilegiado, no en vano es la capital de la Costa del Sol. Por lo mismo es una de las ciudades más visitadas de Europa, y es puerto obligado de paso para transatlánticos y cruceros por el Mediterráneo. Malaka, como se llamaba antiguamente, fue fundada por los fenicios en el siglo VIII a.C. Luego fue dominada por los romanos, por eso cuenta con un teatro romano. Más tarde fue controlada por los árabes, y posteriormente conquistada por los reyes Católicos.

La Málaga que vivió Picasso, empobrecida por años de terremotos, inundaciones y epidemias, está muy lejos de lo que es hoy: una ciudad próspera y moderna. Vale la pena visitar la casa natal de Picasso, con objetos y recuerdos personales, así como una recreación del estudio de su padre (también pintor) y exhibiciones. Al salir puedes comer en el Cortijo de Pepe, la típica tapería andaluza.

Pide una porra, es un especie de gazpacho espeso, con atún y huevo picado; unas croquetas, y una caña. Luego te puedes perder por las callejuelas del centro hasta, de nuevo, la calle Larios.

En mi segundo día hice la ruta histórica. Subí al castillo de Gibralfaro, donde están las mejores vistas de la ciudad, el puerto y la plaza de toros La Malagueta. Después visité la fortaleza musulmana del Alcazaba, hoy día museo arqueológico, pero lo que más me gustó fueron sus patios y jardines. Asómate por los ventanales y contempla su espléndida vista del mar Mediterráneo, al pie del teatro romano.

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Saliendo, tómate un vino dulce malagueño, de uva moscatel, en la bodega bar El Pimpi, taberna con mucho ambiente que antiguamente fue almacén de vinos de un convento. Sus barricas están firmadas por famosos visitantes, sobre todo actores que llegan durante el festival de cine de Málaga, que se celebra en marzo. Tiene terraza con vista al teatro romano.

Los malagueños en general son gente abierta y amable, acostumbrada a tratar con extranjeros. Así fue como descubrí estos rincones. Por la noche, para seguir contemplando las vistas del Alcazaba, puedes cenar en el restaurante japonés, Zenart. ¡Uno de los mejores sushis que probé en mi vida! Pide el vino blanco de la casa. Aunque la etiqueta está escrita en japonés, y en Braille, está criado bajo el sol de España.

A la mañana siguiente fui a visitar la manquita, así le dicen a la catedral de Málaga porque sólo tiene una torre con campanario, construida sobre los restos de la mezquita, usando parte de sus muros. Su fachada es barroca pero el interior es renacentista. Fíjate en la sillería del coro, es una verdadera joya del escultor Pedro de Mena. Luego caminé por la Alameda hasta el río Guadalmedina, paseo agradable que te aleja del circuito turístico, y llegué al Museo de Arte Contemporáneo, CAC, con obra de artistas contemporáneos jóvenes y consagrados como Anish Kappor, Paul McCarthy y Louise Bourgeois, por nombrar algunos. La entrada es gratuita.

Para alejarme aún más, tomé el autobús 11 y me bajé en El Palo, barrio popular de pescadores, lleno de chiringuitos a lo largo de su paseo marítimo. Al final, encontrarás El Tintero, un restaurante enorme de subastas, donde comen los malagueños. Los camareros llevan los platos de frituras y los van cantando: chanquetes, rosada con alioli, calamaritos, boquerones, y así se pasean por todo el restaurante. Vas escogiendo los platos, y al final hay otro camarero que grita: ¡yo cobro! Pagas por el número de platos que comiste, manera práctica de evitar equivocaciones en los pedidos y rapidez en el servicio.

Mi cuarto y último día lo dedique a la playa y a relajarme. Caminé por el Paseo del Parque, donde puedes ver una gran variedad de plantas tropicales y especies de todo el mundo. Llegué a la Malagueta, que es la playa más cercana al centro, aunque hay playas a lo largo de los 160 kilómetros de la costa malagueña. Había mucha gente y buen ambiente, disfruté del sol y caminé por la arena, no me pude bañar porque el agua en primavera sigue fría, pero había uno que otro valiente entrando al mar. A partir de abril los días son más calurosos. La gente desempolva el traje de baño y las playas empiezan a estar más concurridas.

A orillas de la playa me comentaron que estaba uno de los restaurantes de moda de Málaga: La Moraga, de Antonio Martín. Así que no lo dudé y entré. La decoración es moderna y la carta combina platillos tradicionales andaluces y otros fusión con toques orientales. Me incliné por lo clásico: unas croquetas, un arroz con bogavante y, para darle el toque exótico, pedí la hamburguesa de rabo de toro. ¡Que nadie entre en pánico!, ya que la hamburguesa es tamaño mini, como un canapé. Toda esta comida acompañada de una clara (cerveza con gaseosa). Vale la pena hacer un hueco para el postre: el souffle de chocolate estaba exquisito, y no te sorprendas si en la mesa de al lado te encuentras con que está comiendo el actor malagueño Antonio Banderas, como me paso a mí.

Al salir caminé por el paseo marítimo hasta el puerto, para volver al velero y zarpar antes del anochecer. Izamos las velas y dejamos atrás la ciudad inundada por una luz dorada que teñía los edificios, la misma luz que hace muchos años cautivó a Picasso y que siempre recordó hasta el final de sus días.

LOGÍSTICA

La Moraga, Plaza de la Malagueta 4.
El Cortijo de Pepe, Plaza de la Merced 2.
El Tintero, Playa del Dedo, el Palo. Tel. 952 206-826.
Pimpi, Granada 62. www.bodegabarelpimpi.com
Zenart, Mundo Nuevo 4. Chef Chihiro Tomita. www.zenart.es

MUSEOS

CAC : www.cacmalaga.org
Picasso: www.museopicassomalaga.org / www.fundacionpicasso.es
Thyssen:www.carmenthyssenmalaga.org

National Geographic

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