Un platillo conocido desde las culturas precolombinas.
El sabor del pato lo conocían muy bien las culturas precolombinas, ya que era uno de los animales favoritos de los habitantes de Mesoamérica para cocinarlos. Con la llegada de los españoles, las recetas se diversificaron, pero el toque decisivo para el gusto culinario que aun tenemos es efecto de la presencia de Maximiliano de Habsburgo, el toque austriaco llegó para diversificar el sabor, al cual se le ha añadido la influencia china y el toque polaco, entre otros. Esta mezcla ha producido sabores experimentales que reiteran por qué la cocina mexicana es Patrimonio de la humanidad. Y, para los amantes del pato, la edición de mayo de la revista National Geographic Traveler, incluye una lista de los mejores lugares para probar el ave en el DF.
En la ciudad de Nueva York, Philipe Chow se colocó a la cabeza, razón suficiente para visitar la sucursal chilanga. Su característica principal es la suavidad de la carne (secreto del horneado), las crepas de arroz que lo acompañan también son deliciosas.
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