Blog en moto | Potosí: entre minas y demonios

Los mineros en el sur de Bolivia encomiendan su bienestar a una peculiar figura.

Una vez en Potosí, empezamos a recorrer las intrincadas callejuelas de esta ciudad al sur de Bolivia.

Debido a que Potosí yace sobre cerros y lomas, el trazo de la mayoría de las cuadras parece improvizado y de noche los callejones gozan de cierto aire lúgubre.

Pasamos además por el mercado de la ciudad, donde se pueden encontrar productos típicos de la región como choclo, quesos, carne de llama y verduras encurtidas de curioso aspecto.

Nos llamaron la atención los coloridos panes de dulce, algunos decorados con mucho detalle, replicando a pequeños muñecos de harina.

Después de esto nos dirigimos al cerro del Potosí para visitar las minas y túneles que operan desde tiempos de la colonia. La experiencia en este lugar fue impresionante: los mineros están organizados en cooperativas que se reparten el cerro en sectores para su explotación y trabajan en pequeñas cuadrillas de sol a sol. La planeación es improvizada, las condiciones duras, y la mayoría de la extracción se realiza con pico y pala.

Aún así, este arduo trabajo es recompensado pobremente, ya que la plata se agotó desde siglos atrás y ahora solo se obtiene zinc y otros minerales de poco valor.

Para mantener las fuerzas en estas condiciones, los mineros dan cuenta de tres aliados: la hoja de coca, el alcohol de 96 grados y los cigarros de tabaco artesanal. Con esto se conforma un fuerte coctel que les da el temple para seguir. Una vez dentro de la mina, utilizan estos mismos ingredientes como ofrenda para «El tío», una especie de demonio que fue usado por los españoles para influenciar a los trabajadores índigenas, pero que se convirtió en una deidad pagana.

El culto a este personaje es fuerte dentro de las minas y no hay día que el minero no comparta sus recursos con el tío, a cambio de seguridad y fortuna.

Después de sobrevivir a los tuneles inundados, los derrumbes y las ofrendas a demonios, nos quedamos con una buena experienca, de cara a nuestro próximo desafio: el salar de Uyuni.