El delfín rosado de Bolivia es el único cetáceo de ese país sin acceso al mar, un espécimen colorido pero desprotegido conocido localmente como bufeo.
No sorprende entonces que científicos y ambientalistas se movilizaran rápidamente la primavera pasada después de que 20 de esos mamíferos se atoraran en una parte de unos 800 metros de longitud y 1.5 metros de profundidad del río Pailas, afluente del río Grande, asolado por la sequía.
Para agosto se había puesto en marcha un rescate. Trabajadores dirigidos por Enzo Aliaga-Rossel (arriba, extremo izq.) y otro zoólogo pasaron 12 días subiendo delfines a botes con redes de pesca y cubriéndolos con trapos húmedos. Luego los pusieron en tanques dentro de camiones forrados con colchones y los transportaron durante tres horas, por tierra y agua, a un lugar en el río Grande.
Todos se salvaron, dice Aliaga-Rossel, y agrega que una conciencia mayor es clave para el futuro del bufeo rosado.
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