Astrónomos, matemáticos y grandes arquitectos, los mayas son pasado, presente y futuro.
Lo que comenzó como la era de las grandes ciudades –que los antropólogos denominan el Periodo Clásico Maya, extendido desde el 250 DC hasta el 900 DC y que llevó a Tikal a ser la primera en alcanzar una población de 150 mil mayas– finalizó en un colapso repentino.
Cuando los conquistadores espan #771;oles desembarcaron en 1502, se encontraron con la resistencia maya organizada, pero sólo una fracción de la gran cultura estaba en las grandes áreas urbanas. Hoy día se estima que la población maya alcanza los 8 millones de habitantes.
A lo largo de la región de Yucatán y el territorio maya tradicional, aún se hablan más de 15 idiomas. Ahora, las escuelas incluyen el idioma maya en sus clases; una señal alentadora que hoy, después de siglos de marginalización cruel y constante, esta cultura legendaria sea reconocida por su valor cultural.
Si bien estas selvas fueron monitoreadas, fotografiadas y examinadas durante décadas, los descubrimientos continúan. Apenas hace algunos años, debajo de lo que parecía un montículo de tierra, el explorador William Saturno encontró una obra maestra del arte maya.
Los últimos años no han sido amables con los mayas. Un espantoso periodo de guerras civiles y de masacres militares durante las décadas de los ochenta y noventa, seguidas de desplazamientos forzados por cadenas de nuevos centros turísticos han hecho que los mayas sean aún más resistentes y superen las adversidades.
Pero los viajeros no sólo vienen a visitar los edificios antiguos. Uno de los grandes atractivos son las expresiones actuales de las tradiciones mayas –desde la confección de tejidos hasta producción de platos tradicionales–.
Es importante comprender que los antiguos mayas predijeron que el mundo continuaría existiendo. Ese era su mensaje”, describe Saturno, el explorador. “No predijeron el fin del mundo, sino más bien que habría ciclos y nuevos comienzos, pero jamás finales”.
Pirámides de torres que sobresalen los 70 metros se encuentran al borde de la Gran Plaza de Tikal, centro de la ciudad esparcido y construido por los líderes mayas. El templo del Gran Jaguar es imponente, un tributo a la arquitectura y al estilo.
Para el año 1000 dC, Tikal quedó desierta. Ciudades enteras colapsaron, las guerras continuaron, la población se diseminó en comunidades más pequeñas divididas a lo largo de toda la región. Aún así, los mayas eludieron la extinción.
Con escritos complejos que detallan el cielo y la fascinación por los números, la ciencia de los mayas continúa siendo una maravilla. Pero debido a que los exploradores españoles destruyeron la mayoría, jamás sabremos bien la manera en que alcanzaron tales expresiones culturales y tecnológicas.
Al estudiar cuatro columnas de cifras enormes en Xultún, Saturno (científico de la Universidad de Boston) se percató que eran cálculos basados en la astronomía y el calendario maya. Encontró que estas cifras proyectaban 2.5 millones de días -unos 7000 años- al futuro.
Si bien hemos rebasado ya el día del juicio final, y vivimos un mundo que no se destruyó, pero que sí debe reconstruirse, es muy claro que las predicciones mayas antes y después de 2012 generaron gran publicidad que aprovecharon todas las industrias.
El declive acelerado de las ciudades mayas más grandes, apenas 200 an #771;os después del pico máximo, se atribuye a las guerras o a la deforestación que trajo como consecuencia la degradación de los suelos y a la reproducción de desastres medioambientales aún más graves.
Ahora que experimentamos una era en la que las predicciones nos rodean, queda claro que los mayas jamás pretendieron profesar el fin del mundo. Es más, era una barrera que trataba de impedir aquellas fuerzas ineludibles.
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