Road trip aventurero en la Sierra Tarahumara

Descubre la Sierra Tarahumara montado en una todoterreno convertible que va volando a ras del suelo.

«Es como ir volando a ras del suelo, sin ver la carretera a tus lados», así lo describe su inventor, Jack Shirlin, un científico loco de Detroit que dedica su tiempo a fabricar todoterrenos convertibles, autos más ecológicos y rendidores para la General Motors, y otras invenciones de última generación.

El invento, único en el mundo y presente en la Sierra Tarahumara consiste en unos asientos deportivos instalados en el techo de una camioneta de alto poder. La seguridad se garantiza en dos aspectos, la inclusión de asientos de coche de carrera, con cinco puntos de amarre, y la fijación del sistema al cuadro de la camioneta, debajo de la carrocería, dándole la misma estabilidad que el auto.

Así, los operadores del Copper Canyon Sierra Lodge, en el poblado tarahumara de Cusárare (52 635 456 0036; www.coppercanyonlodges.com) han ideado este espectacular paseo panorámico. No se rebasan los 40 kilómetros por hora y se ofrecen tres recorridos. Se recomienda evitar las altas temperaturas de mayo a agosto.

Deporte e historia

Uno de los tres recorridos es el Cusárare-Batopilas. Toma doce horas de ida y vuelta, y tiene un valor de 350 dólares (todo incluido menos hospedaje), y es el más largo. Este es, sin duda, el recorrido que ofrece el mayor atractivo, no sólo por sus impresionantes paisajes, sino por su gran interés histórico.

Durante este paseo se pasa de un denso bosque de coníferas a un paraíso tropical. Al inicio del recorrido puedes estirar tu cuerpo para recoger una piña de encino y al final del mismo hacerlo para tomar una naranja o ver papayas y mangos ?se baja a más de dos mil metros de altura. Hacia el fondo del barranco se puede ver serpentear la carretera, aparecer y desaparecer, hasta ocho veces. Uno se siente como el correcaminos ?abundantes aquí? de la serie animada.

En estos caminos, allá por 1913, Pancho Villa y sus hombres asaltaron un convoy con barras de plata que eran conducidas de Batopilas a Chihuahua, con el fin de paliar las dificultades económicas que impedían, a la contra del presidente Victoriano Huerta, el suministro de armas.

Ya en el fondo del barranco, se sigue el curso del río Urique, uno de los más importantes que vierten sus aguas al Pacífico. Si seguimos este río pasando Batopilas veremos la imponente barranca de Urique, con 1780 metros de altura, cuatro veces más profunda que el Gran Cañón del Colorado.

Se llega por fin a Batopilas, un pueblo que sorprende ya que su plaza central no está orientada con respecto a la iglesia o el mercado, como la mayoría de los pueblos mexicanos. Esto se debe a que su edificador fue el minero y magnate estadounidense Alexander Shepherd, por 1880. Sus minas de plata le dieron tal prosperidad que en 1873 Batopilas fue la segunda población en todo México con luz eléctrica, después de la Ciudad de México. Vale la pena seguir un poco adelante y visitar la misión jesuita de Satevó, una de las edificaciones más hermosas de toda la sierra.

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Exploración de la naturaleza

Este recorrido empieza en Cusárare y termina en San Ignacio. Dura tres horas (ida y vuelta) y cuesta 15 dólares. El primer punto de interés es el valle de las rocas, una extensa llanura regada de formaciones rocosas. Sapos, elefantes, frailes y hongos con la cabeza perfectamente redondeada nos recuerdan que hace millones de años esto fue un inmenso lago o mar interno. Durante el trayecto es posible ver a las niñas tarahumaras que venden textiles y figurillas de madera a los chabochis o extranjeros. La inspiración de estas artistas viene de la naturaleza con la que conviven diariamente. Se representan a sí mismas, a los tres elementos naturales, a su colorida vegetación, y además a águilas, serpientes, lobos, cabras y búhos, que habitan la sierra y sus cercanías. Si eres aficionado al avistamiento de fauna, tal experiencia en esta región en particular te brinda la posibilidad de observar a varias de estas especies.

En la misión de San Ignacio está el museo de arte sacro más importante de México, con pinturas del siglo XVIII recogidas de todas las misiones jesuitas del estado. Muy cerca de ahí vive una familia tarahumara a la antigua usanza, en una cueva donde sus habitantes venden textiles hermosos.

La mejor vista

La tercera opción comienza en Divisadero y termina en Barrancas. Tiene una duración de cuatro horas (ida y vuelta), cuesta 20 dólares. De los tres, este recorrido es el que te lleva al mejor lugar para apreciar la magnitud de las Barrancas del Cobre. Desde aquí puedes ver frente a ti cómo zigzaguean los cañones de Urique, Batopilas, La Bufa y La Sinforosa. Unos cien metros debajo del hotel Posada Barrancas Mirador (52-668 812-1613; www.hotelesbalderrama.com/es/mirador.htm), uno de los hoteles reconocidos por tener una de las mejores vistas del mundo, se encuentra la cueva del Chino, llamada así porque un oriental que vino a Divisadero con la construcción del ferrocarril murió de forma misteriosa en esta cueva. Hasta hace un par de años vivía ahí Andrés Moreno, de 105 años; ahora lo hacen 15 de sus descendientes, al borde del barranco.