Jeff Koons no es el favorito de los críticos de arte más conservadores. Algunos se han referido a su propuesta artística como fácil, con una falta de permanencia que le quita solidez. En otros casos, ha sido tachado de elitista. A pesar de ello, una constante en su trayectoria han sido los motivos caninos. Perros que parecen hechos de globo, perros de plástico, perros hechos de flores. Todos monumentales. Todos con colores llamativos. Al Museo Guggenheim de Bilbao poco le importó la resistencia de los eruditos en la materia. Así fue como ‘Puppy’, literalmente, floreció.
La obra de Koons responde a la inmediatez que permiten los medios de comunicación. En 1992, el Museo Guggenheim de Bilbao le encargó el diseño de una escultura monumental que recibiera a los visitantes. Querían algo vibrante, grande, con vida. Como tal, al autor se le ocurrió hacer un perro gigantesco tapizado con una piel de flores. Literalmente, ‘Puppy’ suda vida.
En palabras del sitio oficial del recinto, la estructura que sostiene a la obra «emplea un sofisticado modelo de ordenador para crear una obra que hace referencia a un jardín clásico europeo del siglo XVIII«. Como una obra de arte viva, necesita de mantenimiento para que las flores que la recubren no se mueran; sin embargo, el encierro, la crisis económica y la pandemia han dado golpes duros al museo. Después de 28 años sobre la Ría del Nervión, las patas de ‘Puppy’ están flaqueando.
El problema radica en que no quedan fondos para renovar su sistema de riego. Cerca de 10 kilómetros de tuberías dan agua a más de 38 mil flores diferentes. En principio, tendrían que cambiarse dos veces al año. Sin él, las flores no pueden persistir. Con el calor de verano y las carencias de recursos en el museo, las autoridades no prometen un panorama favorable para el perro icónico de Bilbao.
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En aras de conservar la vida de ‘Puppy’, el Guggenheim de Bilbao lanzó una campaña de recolección de fondos para cubrir la reparación. Se estima que, en total, se requerirán hasta 100 mil euros para completar la operación. Bajo el nombre de ‘Da vida a Puppy.’, la institución abrió un fundraiser para sobrellevar el gasto, en medio de la pandemia por COVID-19.
Sólo en la primera semana, la iniciativa acumuló 6 mil euros. Si no se logra recolectar la suma total para septiembre, cuando empezará el proyecto de restauración, el museo se encargará de completar la diferencia. Según la institución, se respetarán los planos y parámetros de la obra original para mantener la idea de Koons. En total, se tienen que reparar los 11 pisos que comprende la estructura completa.
La figura obedece un sistema de irrigación manual. Según Ainhoa Sanz, conservadora del museo, una vez que la reparación se finalice, » la escultura será más sostenible y sencilla su conservación». A pesar que los planes son prometedores, hoy ‘Puppy’ se está muriendo de sed. A la par, el Guggenheim le pide ayuda al mundo para darle agua al perro de Bilbao.
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