El año era 1612. La corte de Agra se preparaba para una fastuosa ceremonia: los astrólogos habían elegido una fecha propicia, el palacio había sido decorado y los sacerdotes habían realizado las penitencias obligatorias. La princesa Arjumand Banu Begum, heredera de un noble linaje persa, desposaba al príncipe Muhammad Khan Khurram, el nieto favorito del emperador Akbar. Ambos contaban con alrededor de veinte años en el momento de su matrimonio y entre los dos existía un inquebrantable lazo de amor.
Khurram era hijo de Jahangir, cabeza del Imperio Mogol, que desde un siglo antes se había hecho del poder en buena parte del territorio que actualmente pertenece a India. Su nombre los delata: los mogoles descendían del poderoso Imperio Mongol, del que habían heredado, entre otras cosas, la religión islámica y una fiera cultura de la guerra.
Antes de casarse con la princesa Arjumand Banu, Khurram había contraído matrimonio con una princesa perteneciente a la familia real de Persia. Posteriormente, en un tercer matrimonio, desposaría a la hija del gobernante de las islas del Sur, territorio recientemente conquistado. Estos enlaces fungían como alianzas entre familias y su único propósito era el de generar descendencia.
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De acuerdo con las fuentes de la época, sólo el matrimonio con la princesa Banu habría sido motivado por el amor. Al poco tiempo de su boda, la princesa recibió el título de Mumtaz Mahal, que en persa significa “la favorita del palacio”. Con el tiempo, la pareja se volvería cada vez más cercana.
Cuando Khurram subió al trono, en 1628, Mumtaz Mahal adquirió importantes cargos políticos, como los de miembro del concejo y asesora de su marido, que empezó a nombrarse Shah Jahan o “rey del mundo”. La fuerte alianza entre la emperatriz y el emperador se vio reflejada en la prosperidad que se esparció por su territorio.
Tras dar a luz a su decimocuarto hijo, Mumtaz Mahal murió de una hemorragia en 1631. El luto que experimentó el emperador fue tal que, tras organizar un entierro temporal para el cuerpo de su esposa, se dispuso a construir un espléndido mausoleo donde darle reposo. El proyecto estuvo a cargo de Ustad Ahmad Lahori, arquitecto de la corte.
El Taj Mahal, que comenzó a erigirse ese año, se terminó la década 1650. En su construcción participaron 20,000 trabajadores labrando, transportando y colocando los más finos materiales traídos de todo el mundo conocido. Además del mausoleo, el complejo funerario cuenta con jardines y edificios menores.
En el impresionante sepulcro recubierto de mármol blanco, a orillas del río Yamuna, reposan hasta hoy los restos de Mumtaz Mahal y de Shah Jahan, quien a su muerte en 1666 fue enterrado junto a la mujer que amó.
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