Furiosas conquistas, barbas largas, barcos con cabeza de dragón y la presencia perenne del dios Odín. Además de estas ideas, el imaginario popular relaciona a la civilización vikinga con sus clásicos cascos con cuernos. Dicha idea podría sufrir un vuelco con nuevas teorías que afirman que este equipamiento podría pertenecer a otra cultura.
En 1942, un trabajador que cortaba turba en una ciénaga cercana a la ciudad de Viksø (o Veksø) en el este de Dinamarca, a pocos kilómetros al noroeste de Copenhague, la capital danesa, descubrió unos cascos con «ojos» y «picos» fabricados con bronce.
El hallazgo sugirió a algunos arqueólogos que los artefactos se fabricaron en la Edad de Bronce nórdica (entre 1750 a.C. y 500 a.C.), sin embargo, nunca se había determinado una fecha exacta.
Los investigadores creen que Brøns Mose, el lugar donde se hallaron los cascos, pudo ser una zona pantanosa en la Edad del Bronce y formar parte del Løge Sø. Al excavar la fosa, también se encontraron los restos de una losa de madera sobre la que parecía descansar uno de los cascos.
Lo anterior hace creer que los yelmos fueron arrojados al pantano como exvotos u ofrendas.
De manera reciente, un grupo de investigadores liderados por Helle Vandkilde, arqueóloga de la Universidad de Aarhus (Dinamarca), inició una investigación de estos cascos con cuernos para conocer la fecha de su origen. Para ello, usaron métodos de radiocarbono para datar un tapón de alquitrán de abedul en uno de los cuernos.
Todo ello inició en 2019 cuando uno de los colegas de Vandkilde descubrió el alquitrán de abedul en uno de los cuernos cuando tomaba nuevas fotografías de los cascos en el Museo Nacional de Dinamarca.
La nueva investigación confirmó que los cascos se depositaron en la ciénaga en torno al año 900 a.C. (hace casi 3.000 años), muchos siglos antes de que los vikingos o los nórdicos dominaran la región. Por lo tanto, queda descartado que esta cultura pueda ser dueña de estos objetos.
«Durante muchos años, en la cultura popular, la gente asoció los cascos de Viksø con los vikingos», dijo Helle Vandkilde. «Pero en realidad, no tiene sentido. El tema de los cuernos es de la Edad de Bronce y se remonta al antiguo Oriente Próximo».
«La tipología es a menudo un buen primer paso, cronológicamente hablando, pero es muy importante cuando podemos tener fechas absolutas, como podemos con el carbono 14», dijo Vandkilde. «Ahora sabemos, con esta nueva fecha, que los cascos fueron depositados en la ciénaga, quizá por alguien de pie sobre una plataforma de madera, alrededor del año 900 a.C.».
Los cascos de Viksø también sobresalen por su diseño: unos símbolos que representan los ojos y el pico de un ave. Los expertos sospechan que los cuernos tal vez estaban adornados con plumaje, alquitrán de abedul, y que cada casco tuviera una crin de caballo.
Tanto los cuernos de toro como el ave de presa podrían ser símbolos del sol, ya que en otras partes de Europa, como la isla mediterránea de Cerdeña y en el suroeste de Iberia, se ha encontrado iconografía similar. «No se trata de una coincidencia, sino de una conexión», afirma Vandkilde.
Ambos yelmos están hechos de bronce y un alto contenido de estaño. Se asemejan a los cascos de la Cultura de los Campos de Urnas encontrados en otros lugares de Europa entre el Danubio y el Báltico, e incluso en la Península Ibérica.
Algunos expertos sugieren que los cascos pudieron ser importados de la península Itálica, pues la forma de los cuernos recuerda a los uros (Bos primigenius). Otros posibles orígenes apuntan a Europa Central o el norte de Alemania.
No hay pruebas de que los cascos de Viksø se utilizaran para la guerra sino como símbolos de autoridad por parte de algunos líderes.
«Y esos líderes debieron utilizar las creencias religiosas y los rasgos innovadores, como los cuernos, para fomentar su poder», afirma Vandkilde.
Como ya se ha dicho, ambos yelmos datan de la Edad del Bronce (entre los años 1000 y 800 a.C.). Hay que recordar que los cascos de guerra de esta época estaban equipados con protectores nasales, pero en el caso de estos no presentan nada de ello. Por lo tanto queda descartado que se usaran para combatir.
El único casco que se ha datado de la época vikinga fue descubierto en 1943 en la granja de Gjermundbu (Noruega). Se trata de un artefacto del siglo X que tiene un gorro de hierro redondeado, y una protección alrededor de los ojos y la nariz. Y no tiene cuernos.
Quizás los responsables de popularizar la idea de los cascos vikingos con cuernos sean August Malmström, un artista sueco del siglo XIX que hizo varias representaciones de esta civilización en sus pinturas con la imagen que hoy es tan popular.
Por otro lado, cuando el compositor Richard Wagner puso en escena su ópera El anillo del nibelungo en la década de 1870, Carl Emil Doepler, diseñador de vestuario, creó cascos con cuernos para los personajes vikingos. De esa manera nació un estereotipo que perdura hasta nuestros días.
Malmström, Doepler y otros artistas quizás se inspiraron en los descubrimientos de antiguos cascos con cuernos en el siglo XIX, que luego resultaron ser anteriores a los vikingos. También es posible que las antiguas crónicas de griegos y romanos hayan servido de inspiración, ya que éstos describían a los nórdicos con cascos adornados con cuernos, alas y astas.
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