Nuestro Universo está repleto de fuerzas indescriptibles. De algunas de ellas conocemos cómo nos afectan, sin embargo hay otras a las que ni siquiera nos podemos acercar. Tal es el caso de los hoyos negros, cuerpos de energía tan poderosos que no podemos ni simular en un laboratorio entonces… ¿cómo podríamos destruir un agujero negro?
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La NASA dice que un agujero negro es un objeto astronómico con una atracción gravitatoria tan fuerte que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de él. Sin embargo, pese a lo que podría parecer, un agujero negro no está vacío sino todo lo contrario; se alimenta de materia y antimateria por igual para expandir su fuerza gravitatoria. Entre más consume, más puede consumir.
Sobre ellos, el autor Robert Coover escribió una extraordinaria descripción:
Los agujeros negros son provocativos dragones del universo: inactivos por fuera, pero violentos en su corazón; incómodos, hostiles, primitivos, fuente de un resplandor negativo que atrae todo hacia ellos, devorando cuanto se le acerca. Nada puede escapar del fatal abrazo de un agujero negro una vez que ha caído en su órbita.
Ahora que sabemos que los hoyos negros se alimentan tanto de materia como de antimateria, parecería imposible encontrar algo que pudiera, de verdad, acabar con un cuerpo tan masivo como lo son los agujeros negros. Contra todo pronóstico, hay una posibilidad.
La teoría de la radiación de Hawking propone que hay una oscilación cuántica al interior de un agujero negro, es decir, que las partículas se crean y se destruyen en alternancia y en puntos diferentes del cuerpo. Estas partículas no sólo son de materia, sino de antimateria también. Cuando se juntan, se destruyen; por otro lado cuando se separan, se hacen dos, una de cada tipo de materia.
La propuesta es compleja pero, en pocas palabras, consiste en hacer que las partículas de materia y antimateria se separen al borde de un agujero negro, provocando que una de ellas logre escapar, reduciendo poco a poco la masa del agujero negro. Según los expertos, este proceso tomaría mucho más tiempo de lo que nuestro Universo lleva existiendo.
Sabemos que aún desconocemos gran parte del mundo en el que vivimos y más aún, gran parte del Universo en el que somos una diminuta fracción. Los cuerpos celestes, sus movimientos y sus formas de actuar han sido estudiados por años y aún así nos siguen sorprendiendo. De los agujeros negros, no sabemos mucho. Llamar posible a algo que es teoría es muy arriesgado porque al final, las únicas simulaciones que conocemos hasta el momento de los agujeros negros han sido computarizadas.
«Los agujeros negros, que no poseen memoria, contienen los recuerdos más antiguos del universo, así como los más recientes. Destruyen la memoria al destruir los cuerpos,» escribe Coover.
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