El hombre que tuvo un tatarabuelo neanderthal

El análisis de la mandíbula de un hombre que vivió hace unos 40,000 años deja al descubierto al descendiente directo más cercano de un neandertal que se haya apareado con un humano moderno.

Un ser humano moderno que vivió en lo que hoy es Rumania, entre 37,000 y 42,000 años atrás, tuvo cuando menos un ancestro Neandertal hace apenas cuatro generaciones ?o lo que es lo mismo, un tatarabuelo.

Los científicos han sabido, durante media década, como mínimo, que los seres humanos tienen rastros de sangre Neandertal o, más específicamente, ADN Neandertal. Hasta ahora, lo difícil ha sido precisar cuándo y dónde nuestros antepasados se criaron con sus primos, ahora extintos. Un nuevo estudio publicado en la revista Nature tiene el mayor porcentaje de ADN Neandertal que cualquier ser humano moderno que se haya estudiado.

?Casi no podía creer que tuviéramos la suerte de dar con un individuo como éste?, dice el coautor del estudio Svante Pääbo, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig.

El espécimen, conocido como Oase 1, consta sólo de una mandíbula masculina, y desde el momento en que fue descubierto en 2002 su forma sugirió que podría pertenecer a un híbrido entre el Homo sapiens y el Neandertal. Esas reclamaciones siguen siendo controversiales, pero el nuevo análisis manda la controversia a descansar. ?Es realmente impresionante?, dice Tom Higham, experto en transición neandertal-humano de la Universidad de Oxford, quien no participó en la investigación.

Algo de lo que tiene impresionado a Higham es la maestría genómica que implicó el ir sacando información genética útil de las diminutas muestras de ADN que el autor principal Qiaomei Fu, de la Escuela de Medicina de Harvard, y su equipo tomaron de la mandíbula. ?Intentamos hacer esto en 2009 y fallamos?, dice Pääbo. Su laboratorio ha estado trabajando desde entonces para mejorar sus técnicas, con un éxito rotundo.

El genoma que ellos secuenciaron de las muestras estaba incompleto, pero fue suficiente para que los científicos concluyeran de que entre el 6% y el 9% del genoma del Oase 1 es de origen Neandertal. Las personas vivas ahora tienen 4% como máximo.

Esa diferencia es más significativa de lo que pudiera parecer. ?Encontramos siete enormes partes de cromosomas que parecían ser puramente de origen Neandertal?, dice Pääbo. Eso significa que las partes tuvieron que provenir de un ancestro relativamente reciente, ya que todavía no habían sido separadas por la reorganización que ocurre en cada generación a medida que los cromosomas de los padres se combinan, explica.

Las secuencias del genoma no Neanderthal, mientras tanto, muestran que Oase 1 no está relacionado con los seres humanos que viven en la actualidad. Su línea genealógica murió en algún momento.

Este análisis representa una hazaña biotecnológica, pero también coloca a los paleoantropólogos en una mejor posición para responder plenamente lo que Higham considera que es la pregunta de los 64,000 dólares: ¿Qué ocurrió para que se acabaran los neandertales, y cuándo? El análisis genómico de un fémur humano de 45,000 años de edad, el año pasado, sugirió que los humanos y los neandertales se encontraron en lo que hoy es Siberia, en algún momento entre hace 50,000 y 60,000 años, una fecha extremadamente imprecisa, y una conclusión bastante amplia.

?El gran avance aquí?, dice Higham, ?es que se puede decir: ?esta persona, específicamente, tuvo un tatarabuelo Neanderthal?. Eso involucra una escala de tiempo humana?.