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Entre el asombro y el enojo de la comunidad científica

Expertos aseguran que los fósiles de Homo naledi son un descubrimiento sorprendente, pero su valor científico permanecerá en entredicho hasta que conozcamos su edad.

La comunidad científica ha respondido con una mezcla de asombro y exasperación a la noticia del jueves pasado, sobre el descubrimiento de fósiles en Sudáfrica, los cuales presuntamente definen una nueva especie de antepasado humano llamado Homo naledi. En buena medida, el asombro fue motivado por la cantidad de fósiles: más de 1,500 huesos, todos recuperados de una cámara muy apartada del sistema de cuevas Rising Star, localizado a unos 50 kilómetros al noroeste de Johannesburgo.

?Es una colección de huesos pasmosa, como nada que hayamos visto jamás?, dijo Carol Ward, paleoantropóloga de la Escuela de Medicina de la Universidad de Missouri.

No obstante, igual que otros científicos, Ward medió su entusiasmo con frustración, debido a que el equipo que realizó el descubrimiento decidió publicar los hallazgos antes de reunir más información, en particular, el dato fundamental de la edad de los huesos.

Homo naledi muestra una extraña mezcla de rasgos primitivos y modernos. Tiene un cerebro simiesco diminuto con un cuerpo de proporciones muy similares al humano moderno.

Los hombros y el torso de Homo naledi son semejantes a los simios, con manos de dedos curvados para trepar árboles, pero sus pies asombrosamente humanos.

Esa mezcla apunta a una especie próxima al origen del género Homo, hace unos dos a tres millones de años.

Sin embargo, datar a los fósiles basándose solo en su aspecto es un asunto sumamente riesgoso, pues un esqueleto puede conservar rasgos de un antepasado primitivo junto con otros rasgos que han evolucionado a una forma más moderna. De manera que los fósiles podrían ser mucho más jóvenes o ?menos probablemente- mucho más antiguos de lo que sugiere su morfología.

Las capas de ceniza volcánica de África Oriental proporcionan ?marcas temporales? que han permitido determinar con precisión la edad de homíninos famosos como Lucy, el esqueleto de 3.2 millones de años de edad. En cambio, los hallazgos de la cueva sudafricana son muy difíciles de ubicar en el tiempo. A menudo es posible calcular la edad a partir de los huesos de animales extintos hallados en los mismos yacimientos fósiles, pero excepto por un hueso de búho y algunos dientes de roedor, no encontraron otros restos animales en la cueva que produjo los fósiles de Homo naledi.

De manera que, hasta conocer la edad de los fósiles, algunos expertos opinan que su valor científico real seguirá en entredicho.

?Sin una fecha, esos fósiles son simples curiosidades más que elementos transformadores?, declaró William Jungers, paleontólogo de la Universidad Estatal de Nueva York, Stony Brook. ?Su sitio en el árbol genealógico dependerá de su edad; por ahora, son una ramita que necesita un tronco?.

Algunos investigadores notables incluso cuestionan la conclusión de que los fósiles representan una nueva especie. ?A juzgar por lo que nos han presentado, esos [fósiles] pertenecen a un Homo erectus primitivo, especie nominada en el siglo XIX?, declaró Tim White, de la Universidad de California en Berkeley, en entrevista con Associated Press.

¿Rising Star era un cementerio?

El artículo que describe los fósiles fue publicado en la revista eLife por el equipo de Lee Berger, paleoantropólogo de la Universidad de Witwatersrand y explorador residente de National Geographic. En un artículo acompañante, Chris Stringer, del Museo de Historia Natural de Londres, también cuestiona la decisión de publicar los resultados antes de realizar siquiera un intento de calcular la edad de los fósiles. Por ejemplo, la datación con radiocarbono al menos habría determinado si tenían más de 50,000 años, tiempo de máxima eficacia con esa técnica.

?Nos gustaría saber, tanto como a cualquiera, cuál es la edad de los fósiles?, dijo John Hawks, de la Universidad de Wisconsin, quien codirigió el análisis de los fósiles con Berger. No obstante, Hawks señala que, a falta de huesos animales asociados, los únicos materiales fechables con radiocarbono o cualquier otra técnica eran los propios huesos de homíninos, que se habrían dañado en el proceso de datado. ?Consideramos que no podíamos emprender ningún procedimiento hasta haber publicado una descripción?.

La ausencia de otros huesos animales en la cámara de fósiles homíninos sugiere que el recinto nunca fue accesible desde la superficie. De hecho, solo se puede llegar al sitio a través de un estrecho conducto, cruzando previamente un sinuoso pasadizo de 90 metros, en absoluta oscuridad.

Esto plantea la interrogante de cómo llegaron a la cueva tantos esqueletos, pues representan por lo menos 15 individuos. Y la respuesta que propone el equipo de Berger ha causado gran escepticismo.

Berger y colegas sugieren que los cadáveres de Homo naledi llegaron a la cámara porque otros Homo naledi los dejaron caer, deliberadamente, en el conducto. Para ello, los homíninos habrían tenido que cargar a sus muertos por aquel largo y oscuro pasadizo, y casi sin duda habrían usado antorchas o algún tipo de lámparas primitivas para iluminar su camino: conducta compleja que muchos científicos consideran improbable en un ser cuyo cerebro no era más grande que el de un gorila.

?Me parece que no hay otra explicación?, dijo Bernard Wood, experto en Homo primitivo de la Universidad George Washington. ?Al menos, no la hemos encontrado?.

??Rituales mortuorios? donde unos cabeza de chorlito desechaban sus cadáveres, periódicamente, son mejores titulares que ?no tenemos la menor idea??, comenta Jungers.

Sin embargo, todos concuerdan en algo: aún quedan pistas por descubrir en la cueva. La mayor parte de los huesos excavados hasta ahora proviene de un área de sedimentos de aproximadamente un metro cuadrado, y la investigación inicial sugiere que aún quedan cientos ?quizás miles- de huesos sepultados. Si bien no hay proyectos inmediatos para reanudar la excavación, el equipo se ha puesto a trabajar en la cuestión de la edad de los fósiles utilizando varias técnicas especiales.

Entre tanto, los científicos siguen tratando de desentrañar el significado de lo que, solo por la cantidad de huesos, es uno de los descubrimientos fósiles más asombrosos jamás realizados.

?Imagino que muchos paleoantropólogos estarán verdes de envidia?, dice Donald Johanson del Instituto sobre los Orígenes Humanos. Y Johanson sabe un par de cosas sobre la envidia de los colegas: fue el descubridor del esqueleto Lucy.

National Geographic

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