Así es el panorama de biodiversidad en Celestún, un factor sumamente importante para la conservación de este paraíso
Celestún, un pequeño pero vibrante paraíso natural en la costa noroeste de Yucatán, es un ejemplo notable de la riqueza en biodiversidad de México. Este lugar, declarado como Reserva de la Biosfera en 1979, es hogar de especies únicas y paisajes que han captado la atención de científicos, conservacionistas, y turistas de todo el mundo. Sus ecosistemas incluyen playas, manglares, y un sistema de estuarios que alberga una asombrosa variedad de vida silvestre. Por ejemplo, un estuario, es donde se mezclan las aguas saladas del mar con las dulces de los ríos, generando un hábitat crucial para flora y fauna.
Celestún cuenta con un área protegida de más de 59,000 hectáreas y representa un refugio esencial para múltiples ecosistemas con una amplia diversidad biológica. Su geografía incluye extensos manglares, cuerpos de agua salobre, y humedales, convirtiéndolo en un hogar fundamental para una serie de especies que dependen de sus recursos para sobrevivir.
El tesoro de la biodiversidad: los manglares
Los manglares, en particular, son el alma de Celestún. Este sistema de raíces y troncos retorcidos forma una barrera natural entre la tierra y el mar, brindando protección contra la erosión costera, además de ser un espacio de anidación para diversas especies de aves. Gracias a su complejo entramado de canales y riachuelos, los manglares se convierten en una incubadora natural, donde animales marinos pueden crecer y desarrollarse lejos de los depredadores.
Actúan como barreras naturales que reducen el impacto de tormentas y huracanes, ya que sus densas raíces y vegetación absorben la energía de las olas, ayudando a proteger las costas de la erosión y disminuyendo la fuerza del oleaje. Las raíces de los manglares ayudan a filtrar y retener sedimentos y contaminantes que vienen de ríos y escorrentías, mejorando la calidad del agua y protegiendo los ecosistemas marinos cercanos, como los arrecifes de coral. Además, son uno de los ecosistemas más eficientes en la captura de carbono, almacenando grandes cantidades de CO₂ en sus suelos y plantas, lo que ayuda a combatir el cambio climático al reducir los gases de efecto invernadero en la atmósfera. Los manglares ayudan a generar el 60% del oxígeno del planeta; sin embargo, se encuentran en peligro de extinción debido a su tala de manera descontrolada y no protegida por las leyes.
Los flamencos rosados: por qué su color y su rol ecológico
Uno de los mayores atractivos de Celestún son sus flamencos rosados, aves que con su presencia colorida atraen a miles de visitantes cada año. La razón de su característico tono rosado se encuentra en su dieta, compuesta en gran parte por pequeños crustáceos y algas ricas en carotenoides, pigmentos naturales que, al ser metabolizados, dan lugar a su distintivo color. Este fenómeno no solo embellece el paisaje, sino que también indica la salud del ecosistema: un aumento en la cantidad de flamencos rosados puede interpretarse como una señal de un entorno marino sano y balanceado.
Además de su peculiar apariencia, los flamencos cumplen un rol ecológico crucial en Celestún. Se alimentan removiendo el lodo en las zonas poco profundas, lo cual promueve la oxigenación y mezcla de nutrientes en el agua, beneficiando así a otros organismos que dependen de estos recursos. Al ser también una especie de alto interés turístico, los flamencos han impulsado programas de conservación que buscan proteger su hábitat y fomentar el turismo responsable.
Los mapaches y otras especies en los manglares de Celestún
Los mapaches, otro de los habitantes populares de este pequeño paraíso, se encuentran en los manglares, un refugio perfecto para alimentarse y protegerse. Aunque suelen ser vistos en áreas urbanas, los mapaches de Celestún han adaptado su comportamiento a los humedales, donde cazan pequeños crustáceos, peces, e incluso recolectan frutas en los alrededores de los manglares. Son animales curiosos e inteligentes que, además de ser esenciales en el control de ciertas poblaciones animales, contribuyen al equilibrio ecológico del manglar al ser presas de depredadores naturales.
Además de los flamencos y los mapaches, Celestún es hogar de una diversidad de especies de aves, como pelícanos, águilas pescadoras y fragatas, que encuentran en los manglares y esteros sitios seguros para descansar y anidar. Durante el invierno, Celestún se convierte en un punto clave para aves migratorias que llegan desde Norteamérica en busca de un refugio cálido y lleno de recursos. Esta migración es una prueba más de la importancia de Celestún como un espacio biológicamente diverso y esencial a nivel global.
La importancia de la conservación de Celestún, sus manglares y habitantes
La conservación de Celestún no solo es crucial para preservar su biodiversidad, sino que también contribuye al bienestar económico y social de la región. Este santuario natural es un motor económico gracias al turismo ecológico que atrae, el cual genera empleos y promueve el desarrollo de actividades sustentables, como los paseos en lancha por los manglares y la observación de aves.
Sin embargo, esta biodiversidad está amenazada por factores como la contaminación, el turismo irresponsable, y el cambio climático. Los manglares, que son vitales para la fauna local y para la protección de la costa, se ven afectados por el aumento del nivel del mar y la deforestación, mientras que la fauna enfrenta riesgos debido a la pérdida de hábitat y la caza ilegal. La comunidad local y las autoridades han implementado diversas estrategias para mitigar estos problemas, incluyendo programas de reforestación de manglares, educación ambiental, y regulaciones más estrictas para el turismo.
Celestún es mucho más que un destino turístico; es un refugio vital para la biodiversidad y un ejemplo de la riqueza natural de Yucatán. La presencia de especies emblemáticas como los flamencos rosados y los mapaches subraya la importancia de preservar este espacio natural. La conservación de Celestún no solo asegura la supervivencia de estos ecosistemas y sus habitantes, sino que también impulsa el desarrollo sostenible de la región. Es responsabilidad de todos, tanto visitantes como locales, contribuir a la preservación de este paraíso y garantizar que futuras generaciones puedan admirar la majestuosidad de Celestún y la vida silvestre que alberga.
Alessandra de Zaldo es una fotógrafa mexicana que colabora con National Geographic en Español. Estudió en la Escuela Activa de Fotografía. Fue interna en Alturas Wildlife Sanctuary y ahí confirmó su pasión por la conservación de especies amenazadas.