La famosa carrera del 1 de noviembre se celebra en Todos Santos Chuchumatán, un pequeño pueblo en Guatemala. Esta festividad es una práctica antigua que se remonta a la época de la Conquista, cuando los españoles prohibían montar caballos a los indígenas. Como respuesta, ellos comenzaron a usarlos en sus actividades rituales, en un gesto de valentía, desafío y destreza. Ahora, la Carrera de Cintas funciona como un homenaje a los ancestros, y a la Madre Tierra.
Paradójicamente, en esta carrera no hay un ganador. Inicia a las 6:00 a.m y concluye doce horas después; durante este tiempo, los jinetes realizan uno o varios recorridos hacia el cementerio de Todos Santos. No hay un ganador, eso no importa, lo esencial es el ritual: jinetes vestidos con un traje ceremonial, sombreros con plumas de colores, pintorescos pañuelos y cintas rojas… a montones.
Para esta festividad es muy importante tener en cuenta los aspectos espirituales. Por lo mismo, antes de realizar la carrera, se realiza una ceremonia en la que se pide permiso a la Madre Tierra. En este ritual se realiza la ofrenda al derramar la sangre de un gallo.
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El ritual para pedir permiso deja un rastro de sangre en el suelo. Así, durante la carrera, cuando los jinetes cabalgan, y experimentan caídas, su sangre se entremezcla con la animal. Por esto se afirma que el origen de la Carrera de Cintas podría estar relacionado con el rito de purificación del suelo.
Lo que suceda durante y antes de esta carrera, importa. Por un lado, se tiene la tradición de que cada jinete cabalgue por cuatro años consecutivos. En su último año, el jinete deberá comerse un pollo entero la noche antes de la competencia.
Por otro lado, existe una creencia más difícil de asimilar. En muchas ocasiones, los jinetes montan en estado de ebriedad, lo que aumenta la posibilidad de que caigan… y mueran. Sin embargo, si uno de los jinetes pierde la vida durante esta festividad, la situación será percibida como un símbolo de salud y abundancia para el siguiente año.
Sin lugar a dudas, esta es una de las festividades más esperadas de estas fechas, así como una de las más sorprendentes. No todos los días la muerte es percibida como un rayo de esperanza.
Este texto fue escrito por Aura Moreno Rosales, periodista de profesión y lectora suspirante. Le gusta trotar por el mundo, sobre todo si es a través de las palabras. Colabora como redactora en National Geographic en Español.
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