A los 30 años, Silvia Pinal gozaba de renombre internacional. Había colaborado con importantes figuras del teatro y el cine, había incursionado en las primeras transmisiones de televisión y tenía un público cautivo. Silvia lo tenía todo; sin embargo, aún le quedaba un sueño por cumplir: actuar en una película de Luis Buñuel.
Su marido, el fabricante de muebles Gustavo Alatriste, decidió tomar cartas en el asunto. A principios de 1961, contactó al director surrealista y le propuso cubrir los gastos de su siguiente filme.
Buñuel puso manos a la obra. En tiempo récord escribió el guion de una película que muchos considerarían su obra maestra. Viridiana cuenta la historia de una joven novicia que durante una visita a su tío vive una crisis que hace tambalear su fe. Al hacerse cargo de la finca de su familia, Viridiana decide ayudar a personas desamparadas, pero su idea del bien y del mal se estrella contra la realidad.
La película fue protagonizada por Silvia Pinal y filmada en España, entonces gobernada por Francisco Franco. La censura de este país permitió la realización de Viridiana, pero los problemas vendrían después de su estreno.
Viridiana fue un éxito. Después de ganar la Palma de Oro en el Festival de Cannes, inició su exhibición en toda Europa. Su temática subversiva alarmó al Vaticano, que pronto se pronunció sobre ella, condenándola. Algunas fuentes aseguran que, tras el escándalo, el mismo Franco pidió ver la película. La censura española retiró retroactivamente a Viridiana el permiso de filmación, convirtiéndola en una obra prohibida.
Pronto se ordenó la destrucción de todas las copias de Viridiana. Pinal, Alatriste y Buñuel confiaron un negativo de la película a su amigo, el torero Luis Miguel Dominguín, quien escondió el celuloide enterrándolo en su jardín. Una copia protegida no bastaba: con el tiempo encima, Buñuel viajó a Francia con otro negativo. Silvia también decidió salir de España con Viridiana entre las manos. Guardó varias copias en su equipaje. En el aeropuerto, la actriz fue cuestionada por el contenido de su maleta:
—Películas personales caseras —respondió.
El engaño funcionó y Silvia Pinal pudo llegar a México con la preciada película perseguida por Franco. Había salvado a Viridiana. Todas las demás copias del largometraje fueron destruidas por el régimen español. Tuvieron que pasar varios años para que Viridiana se volviera a proyectar, pues no contaba con los permisos necesarios. Circuló clandestinamente en México hasta mediados de los años 70.
Viridiana, que estuvo a punto de perderse para siempre, es hoy un clásico del cine mundial. Luis Buñuel se instaló permanentemente en México y colaboró con Silvia Pinal y Gustavo Alatriste en dos películas más: El ángel exterminador y Simón del desierto. Después de estos éxitos, Alatriste se convirtió en un destacado productor, y Pinal siguió demostrando su innegable don para la actuación.
Buñuel murió en 1983. Estaba gravemente enfermo cuando Silvia Pinal lo fue a visitar. Él, casi inconsciente, la reconoció:
—Hola, Viridiana.
Este artículo es de la autoría de Rodrigo Ortega Acoltzi, quien investiga y escribe sobre arte e historia. Puedes leer más de su trabajo aquí.
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