Ella fue Lilith: la antigua diosa mesopotámica de la destrucción
Ilustración de Osama Shukir Muhammed Amin / World History Encyclopedia
También conocida como la ‘Reina de la Noche’, Lilith es una antigua diosa de Babilonia, que sostenía entre sus manos el caos y la vida.
Sucedía en medio de la noche. Con la llegada de las sombras, una presencia oscura se apoderaba de los hombres en Mesopotamia, haciéndoles perder la cordura durante largas horas. Las mujeres embarazadas padecían de dolores insoportables, acompañados de pesadillas repletas de demonios. En los peores casos, podían perder a sus bebés. Lo más seguro, según la literatura mesopotámica, es que estas calamidades fueran obra de Lilith.
Como diosa de la destrucción y la vida, Lilith fue una de las primeras diosas-demonio de las que se tiene registro en la historia. De hecho, la traducción literal de lilītu —como se escribía originalmente su nombre— es «monstruo de la noche». Ésta es su historia.
La representación más antigua que se tiene de Lilith data de hace 3 mil 800 años, alrededor del mismo tiempo que se escribió el Código de Hammurabi. Es una tablilla de terracota de casi 50 centímetros de alto, en la que se le ve con dos objetos en las manos. Por los contextos sagrados en los que se le ha encontrado, algunos historiadores del arte piensan que entre sus palmas sostiene la vida y la muerte.
Generalmente, se le representó como una mujer alada completamente desnuda, «flanqueada por búhos y de pie sobre la espalda de dos leones«, documenta World History Encyclopedia. Todas ellas se consideraban como bestias de la noche en la iconografía mesopotámica. Por ello, se le consideró como la ‘Reina de la Noche’: con Lilith, también venía la calamidad.
Relieve de la Reina de la Noche (también relieve de Burney), antiguo período babilónico, 1800-1750 a. Del sur de Mesopotamia, en el actual Irak. Puede representar a las diosas Ishtar, Lilith o Ereshkigal. | Crédito: Museo Británico / Osama Shukir Muhammed Amin vía Wikimedia Commons (Creative Commons Attribution-Share Alike 4.0)
Otros autores piensan que la figura en esta tablilla podría ser un aspecto de la diosa Ishtar, diosa mesopotámica del amor sexual y la guerra. Sin embargo, no se descarta la posibilidad de que sea realmente Lilitu, conocida en la Biblia como Lilith. La placa probablemente estuvo en un santuario.
Las mujeres pelirrojas fueron señal de alarma en la iconografía judeocristiana. Generalmente, es les representaba así a aquellas que habían sido tentadas por el demonio, o que no habían logrado expiar sus pecados debidamente: prostitutas, alcahuetas y básicamente cualquier mujer liberada sexualmente era objeto de castigo —y tenía el cabello rojo.
Por ello, la mayoría de las representaciones que existen de María Magdalena son mujeres pelirrojas y acongojadas. Ella sí logró redimir su lugar en los relatos bíblicos, ya que fue seguidora cercana de Jesucristo. Lilith, no: en la tradición judeocristiana, la antigua diosa endemoniada de Babilonia se convirtió en un demonio.
Lilith siempre fue un ser de las sombras. No por nada, en la antigua Mesopotamia se le conocía como la ‘Reina de la Noche’. Por ello, pasó al folklore judío como una mujer que tentaba a los hombres y los alejaba del camino de la luz:
«En la literatura rabínica», documenta Britannica, «Lilith se representa de diversas formas como la madre de la descendencia demoníaca de Adán después de su separación de Eva o como su primera esposa.»
Lilith es una pintura de 1889 del artista inglés John Collier, que trabajó al estilo de la Hermandad Prerrafaelita. | Crédito: Atkinson Art Gallery Collection / Wikimedia Commons
Con todo lo anterior, no es casualidad que diversos autores europeos representaran a Lilith con una abundante cabellera cobriza. Muchas veces, también, acariciando a una serpiente enredada en el cuello.
Algunos autores atribuyen esta caracterización a que, a diferencia de Eva, Lilith no nació de la costilla de Adán. Por el contrario, nació de la tierra, igual que él. Por ello, no fue sumisa a las órdenes del primer hombre, creado a la imagen y semejanza de Dios.
Hago periodismo de ciencia. Construyo historias que buscan algo insólito desde la cotidianidad. Me desempeño como Content Manager de National Geographic en Español. Muy Interesante para México, Wall Street International Magazine y otros títulos digitales también le dan hogar a mis textos. No se me quita la costumbre de escribir a mano.